Opinión - La trastienda

OPINIÓN: Ya llegó… – ‘La trastienda’

Parafraseando: «Y
llegó como llega siempre. Con su andar pausado, con su paso de ocres que
parecen dorados, dejando tras de sí imágenes que ya son del pasado»
.

Pues esto es, ni más ni
menos, la entrada en Carrera Oficial del mes de septiembre, que se presenta
como debe: De otoñales maneras.

Aquí se planta la cruz de
guía que precederá, en la nómina de meses, a aquellas otras tan anheladas que
cerraran en abril esta intensa procesión de los días. Se otearan los primeros
capirotes incorpóreos, que formaran filas para los primeros actos cofrades
post-estivales. Se escucharán las primeras marchas -oraciones sobre guión- que
serán aquellos pregones marianos de éste, que es el segundo mes de la Madre. El
ambiente se embriagará del perfume imaginado de un azahar que se espera nazca
en marzo.

De etéreas maneras. Abrazando
el cirio que mantiene encendida la llama que nos absorbe el pensamiento,
mientras esperamos la orden que nos despierte del sopor y nos devuelva a la
realidad del largo camino que aún nos queda hasta que en una noche, ora
marceña, ora abrileña, veamos el dintel partoquial con las puertas abiertas y
el repicar de campanas suene a bienvenida.

Miraremos hacia delante con
ansia de que el cortejo no pare. ¡Que camine rápido, por Dios! Que los parones
de las otras procesiones de la vida -esas que, a veces, van más aprisa de lo
que quisiéramos- no impidan el avance. Que se cumplan los horarios que nos
hagan ser puntuales en esa Estación sagrada de la catedral de la Cuaresma.

Bendita expectación que nos
llena de ilusión. Donde los cofrades viejos guardan la tradición de la
espera. Observando la liturgia que antecede a la del santo Vía Crucis de la
primavera. «¡Primera estación. Sacra paciencia!».

Glorioso Domingorramos
de otoño, donde los niños levantan la palma de la feliz inocencia
y en su alegría infantil, acompañando en ese supuesto procesionar, refuerzan la
fe inculcada por sus mayores. ¡Qué imagen tan plena, tan llena de gracia! La de
una madre que va tras su hijo que  quiere
entregarse en ofrenda. ¡Qué palio más hermoso! Bordado en oros de fe y  sedas de esperanzas.

Llegó septiembre… Y con su
cadencioso andar, va anunciando silencioso que la penitencia acaba de empezar.