Opinión - El cabildo

OPINIÓN: “Cabildos” – ‘El Cabildo’

Como cada cuatro años se aproximan unos meses convulsos
en nuestras hermandades y cofradías. Toca renovar las juntas de gobierno  por lo que los que los cabildos de elecciones
tomarán protagonismo desde ahora hasta final de 2016.

Habrá casos, la mayoría, en la que solo sea una sola
candidatura la que se presente y no faltaran hasta ciertas dificultades para
completar el número establecido de candidatos, consecuencia de que no están los
tiempos para cofradías, precisamente. Lejos quedan ya aquellas décadas doradas
en las que siempre había competencia para poder ocupar un lugar entre los
elegidos.

Por el contrario, en otras hermandades, las menos,
serán más de uno los candidatos a hermano mayor que pugnen legítimamente por gobernar
los próximos años de su corporación. Al respecto muchas son las voces que
consideran que esto no es deseable, incluidos altos representantes de la
Iglesia ya que pueden ser motivo de división y de enfrentamientos.

Sin embargo, siempre he discrepado de esa opinión
pues entiendo que se demuestra la vitalidad de una hermandad y el interés de
sus hermanos. El problema puede surgir, eso sí, cuando las motivaciones para
presentarse a un cabildo, que deben ser única y exclusivamente trabajar al
servicio de la corporación y de la Iglesia, se sustituyen por otras como el
revanchismo, las diferencias personales o el afán de poder y reconocimiento
social. Es entonces cuando los comportamientos y las formas se suelen alejar de
los que se esperan de cristianos comprometidos que es lo que somos los
cofrades.

Por tanto, actuemos como tales y no como políticos.
Demos ejemplo con nuestras actitudes y no les demos motivos a aquellos que
están deseando criticar a las cofradías y que tanto abundan en la sociedad
actual. Y cuando pase el día del cabildo, será el momento de apoyar a los
elegidos sin condiciones y ponerse a disposición del nuevo hermano mayor.

De esta forma, la que saldrá ganando será nuestra
hermandad que al fin y al cabo es lo q nos importa. ¿O no?