Hermandad de la Divina Pastora

El Grupo Joven de la Pastora dona cayado, potencias y Sagrado Corazón para el Pastorcillo Divino

Tras la celebración de la Función con motivo del XVII aniversario de la Coronación Canónica de la Divina Pastora se ha llevado a cabo la bendición y donación por parte del Grupo Joven de la hermandad pastoreña de unos atributos para el Pastorcillo Divino.

Consisten en nuevas potencias, cayado y corazón del Divino Niño que han sido realizadas en metal bañado en plata por la orfebre y perito en Gemología María Belén Hernández Moreno.

María Belén Hernández Moreno nació en Tomares (Sevilla), donde actualmente tiene su taller. Ha trabajado en el taller de Díaz Roncero en Córdoba y con Maestrante y Fernando Marmolejo, ambos en Sevilla.

Entre otras importantes piezas cabe destacar la reproducción en oro blanco y cristal de los famosos “robanovios” de la Esperanza de Triana. También en Sevilla capital ha trabajado para la Hermandad de las Aguas en la corona de camarín, puñal y ramo de azucenas de Nuestra Señora de Guadalupe y en un juego de potencias para el Santísimo Cristo de las Aguas, así como para la Hermandad de San Gonzalo en un broche para Nuestra Señora de la Salud Coronada.

El diseño de estos estrenos han sido realizado por el artista plástico Alfredo Martínez Pérez, hermano de la hermandad pastoreña. Dicho diseño bebe de la platería neoclásica que se trabajaba en esta zona, inspirándose concretamente en la antigua custodia de la hermandad del año 1814, como puede verse en la base de nubes con el querubín y la ráfaga de rayos rectilíneos, a los que ha sumado otros flamígeros. El corazón y el cayado siguen el mismo estilo, resultando un conjunto armónico.

Las potencias están concebidas como haces de luz que salen de las nubes donde podemos destacar los querubines, encargados de alabar a Dios y recordar a la humanidad la Gloria Divina, representando en su totalidad la Divinidad de Cristo.

El corazón, por su parte, se presenta como la representación tradicional del Sagrado Corazón de Jesús. Por último, el cayado, símbolo del pastoreo de Cristo sobre las almas, se articula mediante la ornamentación de palmas, símbolo de la victoria de las almas que siguen a Cristo. El uso de las palmas en la iconografía del Buen Pastor viene de antiguo, como podemos apreciar en el Buen Pastor de Ravena, del siglo V. Todo esto se completa con un ramillete de plata adquirido a un anticuario donde se enlaza la espiga de trigo, símbolo de Eucaristía, con la cala, símbolo de la Pasión.