Sevilla celebra la Asunción renovando devoción a la la Virgen de los Reyes
El 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen, es también en Sevilla la conmemoración de Nuestra Señora de los Reyes, patrona de la ciudad y Archidiócesis española. Con motivo de la solemnidad, la jurisdicción eclesial acogió diversos actos, entre ellos la solemne procesión con la imagen de Nuestra Señora de los Reyes, que ocurrió a las 8:00 horas y tras la cual siguió la Eucaristía que presidió en la Catedral el Arzobispo, Mons. Juan José Asenjo.
Durante la homilía, abordando la lectura del Apocalipsis proclamada durante la Misa, el prelado se refirió al “amenazante dragón rojo”, que tiene un poder “impresionante”, pero sin amor; “el poder del egoísmo, de la violencia y del terror”.
Recordó que el dragón sigue existiendo con nuevas formas; “subsiste en las ideologías materialistas burguesas, que nos dicen que la fe en Dios no tiene base racional ni utilidad práctica, pues es algo infundado, pernicioso e inconciliable con la ciencia. Nos dicen también que la creencia en Dios y en Jesucristo es enemiga de la felicidad humana, que la Iglesia es un vestigio del pasado, una fase superada de la historia de la humanidad (…)”.
“Quienes así piensan, nos dicen igualmente que cumplir los mandamientos es una antigualla, y que lo único que importa es vivir para sí mismo, exprimir el momento presente buscando el máximo disfrute y el máximo placer, sin importarnos ni Dios ni los demás”, continuó el Arzobispo.
Pese a que “el dragón parece e invencible” -añadió Mons. Asenjo-, aún sigue siendo verdad que “Dios es más fuerte que el dragón, que el amor es más fuerte que el egoísmo”.
Aquí el prelado recordó otra imagen que aparece en el Apocalipsis: la mujer vestida de sol; la Virgen María. “Ella vive, como nos dicen los Padres de la Iglesia, totalmente en Dios, rodeada y penetrada por la luz de Dios. Está coronada por doce estrellas, es decir, por las doce tribus de Israel, por todo el pueblo de Dios, y tiene bajo sus pies la luna, imagen de la muerte, a la que ella venció en su asunción a los cielos”.
Indicó que María venció al dragón desde la Anunciación, cuando le dijo a Dios que se hiciera en ella su voluntad. “La respuesta de María, en aquel momento cumbre de la historia, fue la fidelidad plena, la consagración del corazón, de la voluntad y de la mente y la obediencia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. A partir de la Anunciación deja de pertenecerse, se expropia de sí misma para pertenecer sólo a Dios. Por ello, por su fidelidad humilde, es elevada por los ángeles en su Asunción a la gloria celeste, donde ella y su Hijo nos preparan nuestra morada definitiva”, expuso el Arzobispo.
Por esta razón -siguió Mons. Asenjo-, “ella nos invita (…) a vencer el dragón del egoísmo, de la impureza, de la insolidaridad, de la búsqueda enloquecida del placer (…) a remar contracorriente y a vivir con ella los grandes ideales: la limpieza de corazón, el amor a la verdad, la justicia, la humildad, el amor y la fidelidad al Señor”.
“Contamos para ello con el aliento maternal y la intercesión poderosa de la Virgen de los Reyes, patrona de nuestra ciudad y de nuestra Archidiócesis. Ella es medianera, socorro y auxilio de los cristianos. Ella fue muy verosímilmente la socia belli, la compañera y defensora en las batallas, la imagen que san Luis rey de Francia regaló a su primo san Fernando para que el protegiera en la reconquista de nuestra ciudad. Ella está ligada indisolublemente desde entonces a la historia cristiana de Sevilla”, prosiguió el prelado.
Al concluir el sermón, Mons. Asenjo oró a la Virgen de los Reyes, pidiendo por la Iglesia local y universal, por la ciudad y por el país, además de expresar gestos de cercanía por Venezuela, “para que encuentre caminos de libertad, de justicia y de paz”.
Durante la solemne procesión, la imagen venerada de Nuestra Señora de los Reyes lució un manto color salmón decorado con ángeles, que fue realizado por las Hermanas de la Cruz y donado por la duquesa de Osuna en 1929. (ISLAPASIÓN).