Editorial

OPINIÓN: El redoble que hacía soñar a La Isla entera – ‘Editorial de ISLAPASIÓN’

La mañana del segundo domingo de mayo se abría en la Iglesia Mayor con la salida de la Virgen de las Lágrimas en su anual Rosario de la Aurora. Hasta aquí nada más que lo establecido. En su recorrido la Virgen, portada por sus hermanos cargadores, visitó varias calles del barrio, entre ellas la confluencia de Jorge Juan con su prolongación en la calle Almirante Cervera para proseguir por el itinerario previsto.

Horas más tardes los mensajes entre teléfonos de buenos amigos anunciaban una de las noticias más duras de los últimos meses, el fallecimiento de José Rodríguez Cortejosa, «Chiqui» o más conocido como «Barba» dentro de la gran familia que forman los componentes de Virgen de las Lágrimas.

Chiqui era sin duda una de esas personas de las que aprender cada día. Aquellas que nacieron en esas Semanas Santas tan diferentes a las actuales pero que supieron adaptarse conservando la esencia de lo aprendido en sus inicios.

Si hablamos de la Agrupación Musical Virgen de las Lágrimas se podría resumir en contar la historia de dos o a lo sumo tres personas, y una de ellas era y es este amante de la música procesional, padre de generaciones de niños que crecieron tocando el tambor y excepcional amigo de todos los que siempre le rodeaban. Era difícil verlo sin que esbozara una sonrisa y el cariño a los suyos era el mejor banderín que cada día enarbolaba a los cuatro vientos.

Nosotros, los que nos adentramos en las cofradías de lleno cuando aquella presentación del compacto «Mirándome en tus lágrimas». Aquellos que soñábamos con el momento de escuchar nuevamente ese tambor y los solos de Harry. Esa generación de cofrades hoy lamenta la pérdida de todo un mito. De algo más que un músico.

Hoy San Pedro no ha necesitado asomarse al cancel. Desde la lejanía el sonido más auténtico de nuestra Isla ha ido, paso a paso, contagiando las lindes del descanso eterno con esa sonora melodía que ya escucharon aquellos que partieron hacia el Padre en tantas otras formaciones musicales mucho antes que nosotros descubriéramos que tras ese hombre serio con barba se ocultaba un corazón de oro que hoy dejó de latir al ritmo del isleño redoble. 

Hoy, a los sones de «La Clámide púrpura» esa marcha que nos confesaste era tu predilección, has ido a parar al sitio reservado sólo para los más grandes. 

Era un Domingo de Ramos, el del pasado 2013, y en aquel lugar por el que hoy transitaba la Virgen de las Lágrimas -en Almirante Cervera- tu banda, tu segunda familia, quiso que cuando ya la noche caía sobre el misterio de Jesús Atado y Flagelado sonaran los compases de la marcha que compusieran Juan Luis del Valle y Francisco José Carrasco, aquella que tus amigos montaron exclusivamente para dedicarte en aquel primer día de una Semana Santa en la que tus muñecas no marcaban el compás de los pasos.

Como recuerdo y homenaje a quien fue santo y seña de un estilo hoy traemos un fragmento nunca antes publicado. Ese momento. El de las lágrimas de Chiqui delante del banderín de su agrupación que interpretaba su marcha preferida. 

Hoy la música cofrade está de luto. Se fue uno de sus baluartes. Ya nunca más sonará igual un tambor en La Isla. Ya el sueño de un Domingo de Ramos solo quedará en nuestra memoria con ese inconfundible soniquete. DEP amigo.