Editorial

En Arcos comenzó todo…

Hoy hace un año. Era 11 de septiembre y hacía un sol de justicia. En Arcos de la Frontera, esa localidad que es pórtico de entrada a la Sierra de Cádiz, iba a darse uno de los acontecimientos más importantes en el panorama cofrade andaluz de los últimos años, y seguro que el más importante de todo 2021.

Desde que el 14 de marzo de 2020 se decretara el estado de alarma por la pandemia del coronavirus ninguna procesión, y entendemos procesión por lo que es, había discurrido las calles de ningún municipio español.

En Arcos, durante la pandemia, la Hermandad de la Soledad celebraba aniversario fundacional, 450. Y por ello no quisieron que la pandemia cercenara sus ilusiones en algo en lo que habían puesto muchas ganas, ilusión y trabajo. Fueron innovadores con el rosario de la aurora de la Virgen, con una carrera popular y con actos y cultos que vinieron a engrandecer todo lo que junto a la Santísima Virgen se había trabajado durante muchos meses.

Pero las vistas estaban puestas en una fecha del calendario: 11 de septiembre de 2021. No era negociable. Ni cambiar la fecha ni no hacer todo lo que estuviera en sus manos para poder conseguir aquello con lo que tantas veces habían soñado: una procesión extraordinaria. No era nada fácil, tenían todos los elementos en contra. Todos. Los políticos, los sanitarios, los propios cofrades e incluso hasta una red mediática de otra provincia que remaron en contra durante mucho tiempo.

Parecía que en primer lugar todo se quería apuntar a una suspensión. Para ello se argumentaron muchísimas cosas. Pero consigue más el que quiere, que el que simplemente lo intenta. Y así fue. El principal problema radicaba en la cuadrilla de costaleros. Era la fuente de contagio de coronavirus que no se sabía como controlar, el resto, salvo las grandes aglomeraciones, eran salvables en cierta medida y controlables. Lo de la cuadrilla no.

Entonces nace el ingenio, que no es más que la inteligencia puesta a disposición de un hecho concreto. Y esa llegó por parte de un miembro de la Junta de Gobierno, médico de profesión, que logró atajar las dudas en forma de respuestas. Para ello se realizaron dos ensayos, en los que cual centro sanitario cada uno de los costaleros iba pasando a hacerse un test de antígeno y se le daba el apto una vez el test era negativo.

Así fue. Y así se hizo. Mascarillas para todos. Los test también el día de la salida y aunque no se mostraba algo de miedo interno a que alguna autoridad pudiera, a última hora, cortar aquello que se había gestado durante tanto tiempo.

Y así sucedió. Para el recuerdo queda el pasacalles de la Banda del Maestro Dueñas que aceleró los corazones como si un mismo Domingo de Ramos se tratara. O la propia salida de la Virgen, con una marcha que llamó a la Esperanza después de tantos meses de vacío.

Arcos hace un año fue el centro del mundo cofrade por unas horas, o por muchas horas. Arcos fue el referente para todo lo que llegó después. Marcó la pauta, marcó la forma de hacer las cosas bien puesto que dos semanas después el índice de contagios de esta localidad marcaba en 0. Y esto no es un milagro de la Virgen de la Soledad -aunque de seguro que puso de su parte-, es el buen hacer de quienes la rodearon y que hicieron que con la Soledad, con esa primorosa dolorsa a la que se le reza en Arcos, comenzara todo de lo que disfrautamos a día de hoy. Que así se recuerde.