OPINIÓN: “Vivir, sentir, disfrutar, gozar…” – ‘Fajín de esparto’

El otro día asistí a una función de teatro. Antes del inicio
de la obra, el director apareció en el escenario y a modo de presentación
ofreció algunos retazos de lo que en unos minutos íbamos a percibir. También
aprovechó la ocasión para advertir la prohibición de tomar fotografías y videos
a través del uso de teléfonos móviles y otros dispositivos, aludiendo que al
teatro se iba a disfrutar, a gozar, a vivir sensaciones, a captar cada momento y
a ejercitar la retina para que todas esas percepciones quedasen guardadas en
nuestro cerebro para que fuesen saboreadas, contadas, y por qué no hasta
transformadas, con el paso del tiempo.

El otro día asistí a una procesión extraordinaria. Sí, una
más y van… Bueno, no nos vayamos a engañar. En este caso la organizaba mi
hermandad y por tanto conozco de primera mano suficientes argumentos para
justificar dicha salida. Es cierto que estamos viviendo en San Fernando un
fenómeno que hasta hace unos años era desconocido. En absoluto me quiero
desdecir de lo escrito hace algún tiempo cuando trataba este tema y comentaba
que de lo extraordinario a lo ordinario hay solo un paso (nunca mejor dicho…).
Pero es cierto que en nuestra isla corporaciones tan señeras como Nazareno,
Columna o Huerto merecen este tipo de actos por sus 250, 125 o 75 aniversario
fundacional respectivamente. A lo que me refería es que, desde dentro tuve la
oportunidad de observar y analizar ese fenómeno social al que nos ha llevado
las nuevas tecnologías y las redes sociales de tener que grabar o fotografiar
todo.

Ya no sólo se trata de apreciar lo que hacían los fotógrafos
hace unas décadas cuando apenas gastaban un par de carretes con 24 o 36
instantáneas, sino de intentar conocer qué es lo que le lleva a alguien a sacar
su teléfono móvil y hacer una fotografía o grabar un video con unos resultados
de dudosa calidad técnica y artística. Supongo que será la inercia de la
cotidianidad en la que vivimos que hace que desde que nos levantamos hasta que
nos acostamos todo debe ser captado. Y digo captado y no inmortalizado pues ya
saben ustedes lo que tardamos en ocasiones en desprendernos de esa fotografía o
video; el tiempo que tardamos en agotar la capacidad de almacenamiento de
nuestro dispositivo móvil.

Es así de triste; en lugar de disfrutar, gozar o estar
predispuestos a vivir sensaciones en esa obra de teatro que los cofrades
recrean en una procesión, perdemos el tiempo en banalizar lo que está ante
nosotros y lo que representa por capturarlo a través de nuestro teléfono. Eso
sí, rápidamente lo subiremos a alguna red social para fardar de que estamos
allí, en un proceso de empoderamiento psicológico que nos reconforta. Mal va la
sociedad si un simple like te
satisface más que lo que te puede aportar concentrar todos tus sentidos en ese
momento que se está esfumando en el que ese paso de misterio o de palio
escenifica un momento pasional, en ese momento en el que el conjunto
escultórico, el exorno floral, el olor, la música, la escenografía de la calle
o el andar de la cuadrilla te transmiten algo. Algo intangible que por muchas
palabras y versos que los voceros puedan enunciar es algo propio, particular e
intrínseco a cada uno de nosotros.

Mañana, la Isla volverá a salir a la calle. Mañana aquellos
que ven en este tipo de actos únicamente un evento cultural, justificarán la
salida. Efectivamente la calle Real y el barrio de la Iglesia Mayor estarán a
rebosar; los bares y restaurantes harán su particular cuaresma –que en San
Fernando es más que el agosto de
otros lugares-, e incluso se notará un repunte en la ocupación hotelera. Sin
embargo, para otros, para nosotros, solo habrá una excusa para salir a la
calle; el Señor de Columna. Contemplemos esa espalda descarnada, esos latigazos
y esa mirada al Cielo que transmite a la vez resignación, compasión y sobre
todo amor.

Sí señores, mañana sale Columna, ese es el titular y no que
viene Las Cigarreras a la Isla. Que lo accesorio no se convierta en icono
principal, que no vivamos situaciones como las ocurridas en tantas y tantas
ciudades donde se forman bullas delante o detrás de una formación musical. ¡Qué
pena de esas generaciones de jóvenes que prefirieron quedarse el pasado domingo
siguiendo la cruz de guía en la procesión de la patrona en Cádiz cuando el
verdadero Rosario de Cádiz iba detrás cerrando el cortejo! Ojalá mañana volvamos
a disfrutar de otro momento como el vivido en la plaza de La Pastora hace
apenas unas semanas cuando el paso del Señor del Huerto se quedó postrado sobre
los ladrillos coloraos de la plaza y haciéndose
el silencio entre los asistentes la música seguía sonando solo para Él, para simplemente
contribuir a que nosotros, sus hijos, nos acercáramos más al significado y
mensaje de lo que debe ser una procesión. Ojalá mañana San Fernando vuelva a
demostrar la madurez cofrade que le corresponde y, sabiendo admirar y respetar
la calidad de la banda que lo acompaña musicalmente, nuestras miradas sólo se
fijen en Ntro. Padre Jesús Atado y Flagelado y que durante unas horas dejemos
aparcado nuestra deriva posmoderna hacia la hipersocialización en RRSS y
dejemos actuar a nuestros sentidos para, como decía ese director de teatro, ser
capaces de vivir, sentir, disfrutar y gozar.

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