Así ha definido mi padre lo que esta mañana ha visto expuesto en el Castillo de San Romualdo cuando ha visitado conmigo la exposición DEI CRAFT.
No sé si será deformación profesional, pero es una costumbre que suelo hacer cuando visito alguna exposición junto con personas que no tienen ningún tipo de formación en cuestiones de Patrimonio y menos de museografía.
Y creo que mi padre no lo ha podido definir mejor. Lo que hay expuesto es mucho y bueno pero su forma de exponerlo hace que se convierte en … cosas de Semana Santa. Escribió Saramago en su libro El hombre duplicado que …el caos es un orden por descifrar… Pues eso, quizás haya un orden, un plan museológico y museográfico de la exposición, de sus tres partes enunciadas (el joyero de la Virgen, estrenos y artesanos) pero por desgracia ni mi padre ni yo lo hemos encontrado. Y, realmente, dudo que alguien que haya visitado la muestra sin un conocimiento previo de lo que se expone haya comprendido esta triple división. Porque está todo mezclado.
Había tantas y tantas posibilidades museográficas, de cómo exponer lo expuesto, que quizás los responsables hayan entendido que la mejor manera era esta, la del caos, de la hacer del todo un uno, la de exponer cosas de Semana Santa.
Pero, creo sinceramente que, la Semana Santa de San Fernando no se merece esto. Es verdad que el sitio donde se ha instalado no ofrece las mejores prestaciones museográficas y que existen carencias estructurales. Pero, cuidado, eso no son excusas para determinados fallos mayúsculos que son notoriamente visibles.
Podríamos profundizar en el análisis del recorrido propuesto que no atienda la máxima de crear una arquitectura efímera cuando el inmueble no lo presenta que genere una circulación de visitantes que no termine en un fondo de saco donde, para salir debes volver sobre tus pasos repitiendo la visión de los objetos expuesto. Podríamos hablar sobre la inexistencia de panelería explicativa, del uso de recursos didácticos como los ya tan habituales códigos qr para ampliar información a modo de catálogo online. Podríamos hablar de las vitrinas empleadas, heterogéneas, planas y con una altura no acorde por su altura por ejemplo para niños o personas con discapacidad motriz. Podríamos profundizar sobre los sistemas de sujeción de determinadas piezas o de la calidad de los cajones donde otras muchas se exponen. Sobre todo, porque a bombo y platillo se hablaba de la participación de una empresa especializada en este tipo de trabajos. Visto lo visto seguiré apostando por las empresas con las que suelo trabajar en vez de cambiarme de acera. De igual forma, podríamos hablar de la nula revisión de las cartelas porque por desgracia hay erratas tanto ortográficas como de la información mostrada; e incluso piezas de las que no se ofrece ninguna. Podríamos hablar del photocall con el Cristo de la Salvación, pero eso es harina de otro costal en la que prefiero no opinar al respecto. Eso sí, ¿no había suficiente por exponer y sobre todo explicar para incluso meter con calzador el cartel de la Semana Santa? Desde que se presentó bien podría ya estar anunciándose en el palacio de Congresos, en los soportes publicitarios de gran formato que circundan la autovía Cádiz – San Fernando o en las paradas de autobuses de la ciudad o la bahía en vez de estar guardado en un cajón hasta que pase los carnavales. Pero no, lo metemos al final de la exposición para que la mezclichi sea ya total.
El arte al servicio de la religión durante siglos ha servido como elemento para catequizar, para explicar a través de la imagen y los objetos las cosas de Dios, o mejor dicho; como el ser humano interpreta las cosas divinas. La exposición mezcla contenidos y uno ve una pieza y no sabe si pertenece a la sección del joyero de la virgen, a la de los artesanos isleños o a la de los estrenos. ¿No hubiera sido más fácil haberlo dividido? También otra opción hubiera sido por tipos de artes (talla, orfebrería, escultura, bordados,…) y con códigos de color en las cartelas se podría haber identificado cada sección. Quizás se podría haber ofrecido el porqué de esas cosas de Semana Santa, por qué la Santísima Virgen porta una flor de pasión o por qué en una corona se repuja la Santísima Trinidad, porqué hay cardos bordados en una túnica o porqué aparecen determinados santos junto a SDM en la cartela principal del paso de misterio de la Borriquita. Y así… cuantas microhistorias se podrían haber contado… esa es la verdadera diferencia entre una EXPOSICIÓN y una muestra. Porque si yo fuera artesano la próxima vez le pido a las hermandades que presten sus piezas a las MUNARCO de hoy en día que a esta exposición porque “de mí o de mi taller” no he visto ni una foto, ni una relación de obras de mi trayectoria o simplemente una fotografía para poner cara a los artesanos de La Isla.
Y es que ahí tenemos que poner nuestra crítica. Tres (o cuatro con la del cartel) exposiciones en una. Desde la concepción este ha sido el error más grosero. Había suficiente potencial con la ópera nova para sacar músculo de todos los estrenos que la Semana Santa de San Fernando ha tenido desde la última edición que hubo. Había también posibilidades para una única exposición sobre el ajuar de la Virgen porque a la Santísima Virgen en la Isla se le ha cuidado, agradecido y enjoyado desde hace siglos. Y porque en esta tierra hay artesanos que estando dados de alta o no trabajan en diferentes artes suntuarias que dan mayor realce a la piedad popular y que con lo expuesto (y sobre todo con lo no expuesto) daría para una única exposición.
Pero no, había que hacer un cóctel, hacer un tres (o cuatro con lo del cartel) en uno. Y cómo todos los cócteles, hay maestros que te hacen un Mojito para chupar hasta la hierbabuena o si se concibe mal creas un molotov que te explosione en la cara. Por desgracia Dei Craft, al menos para un servidor, no pasará por ser ese Dry Martini que recuerdes en años. Y para mi padre, y creo que para muchos de los que hoy abarrotaban el Castillo, se ha quedado en cosas bonitas de Semana Santa.