Llevamos años hablando de su afección
por las obras del Tranvía y por su futura puesta en funcionamiento, de si
habría que trasladarla o adaptarla. Dimes y diretes que nunca han llegado a
nada, sobre todo porque aún ni siquiera hay una fecha real para su puesta
definitiva en uso. Sin embargo, ha sido otra obra ansiada por los isleños, como
es la de nuestro noble consistorio, la que ha provocado los primeros contactos
entre gobierno municipal y consejo. La plaza del Rey no es -por el
momento-recorrido oficial pero no cabe duda que si no todas, la gran mayoría de
las cofradías pasan por algunas de las calles colindantes al Ayuntamiento que
actualmente están afectadas por las obras. El vallado perimetral que tiene
impide el paso (nunca mejor dicho) por el atrio del ayuntamiento y por la C/
Calderón de la Barca. Por este motivo, tanto las procesiones del patrón San
José como del Corpus Christi tuvieron que cambiar sus respectivos itinerarios
tradicionales.
Pero en Semana Santa el asunto es de
importancia capital debido a los encajes cuasi milimétricos que hay que hacer
cada año para que las distintas hermandades se acoplen y no suframos los
temidos parones o retrasos. Un simple cambio de una calle o el adelanto a
atraso en la hora de salida en algunos minutos de una determinada corporación,
a veces, es un trastorno para todo el día.
Y entonces, ¿qué hacemos? Seguro que la
solución ya la tienen en el Consejo y será cuestión de trabajarla y que el
resto de partes (gobierno municipal y hermandades) den su visto bueno. Pero
desde estas líneas me atrevo a lanzar una idea que pienso será adecuada y
minimizaría los posibles cambios de itinerarios. Esta pasaría por adelantar el
entramado de la carrera oficial hasta la Iglesia Mayor, situando el palquillo
de toma de horas donde tradicionalmente se instala el altar desde el que se
hace la bendición al pueblo con S.D.M. en la festividad del Corpus. Desde ahí
comenzarían los palcos, terminando la calle oficial en la esquina con la calle
San Diego, tal y como estuvo hace unos años antes de la última ampliación. Somos
conscientes que con esta modificación, habría que suprimir algunos palcos y las
sillas que se venden sueltas pues la distancia es menor y se acortaría la C.O.
No obstante, no es menos cierto que en los últimos años hemos visto como
quedaban palcos sin alquilar durante toda la Semana Santa y buena parte de las
sillas se quedaban sin vender en numerosas jornadas. Además, para minimizar los
efectos, algunos lotes de sillas se podrían instalar enfrente de la Iglesia
Mayor a modo de antesala del palquillo. O incluso en la misma calle Real
después de la C.O. y en la calle San Diego aún a sabiendas de que en esos dos sitios,
dependiendo de los días la persona que las alquilara sería consciente que
alguna cofradía no pasaría por una u otra calle, como ocurre con algunos
sectores de sillas en carreras oficiales de otras localidades.
Los aspectos positivos de esta
posibilidad son varios. El primero y más interesante es el de no trastocar en
demasía los itinerarios, recalculándolos simplemente en horquillas de minutos
los adelantos en la entrada y salida de la C.O. Las hermandades de la mitad
norte – noreste de la ciudad (El Parque, La Pastora, El Cristo, La Casería,
Bazán) así como las de la Iglesia Mayor no verían trastocado su itinerario
salvo en su recorrido de vuelta tras pasar la C.O. Por su parte, las de la otra
zona de la ciudad (Hospital de San José, San Francisco, La Salle, El Carmen o
La Ardila) sí tendrían que evitar el paso por el atrio del Ayuntamiento o la C/
Calderón de la Barca. La opción más plausible para muchas de ellas sería llegar
a la c/ Las Cortes a través de la propia Plaza del Rey pero en esta ocasión pasando
por el lateral de las cafeterías Royalti
y El 44 en lugar de hacerlo por La Gran Vía.
Además hay otra cuestión que socialmente
interesa. Desde hace unos años, y ante la laicidad dominante, desde los poderes
públicos se intenta justificar su compromiso con nuestra Semana Santa por el
carácter identitario que nuestras cofradías aportan a la sociedad, incidiendo
también en los beneficios económicos que aporta durante esos días. Pues bien,
manteniendo la C.O. en la principal arteria de la ciudad, este cambio apenas se
notaría y la Calle Real y las anexas volverían a ser el epicentro de la reunión
de la gran masa ciudadana que sale a la
calle a ver procesiones y también aprovecha para tapear en esos bares del
centro.
Estamos a mediados de octubre, todavía
hay tiempo para trabajar, pero tanto los vocales de día del consejo como las
juntas de gobierno hacen verdaderos malabarismos para que todo cuadre. Un
simple cambio puede alterar todo este encaje, por lo que ante un asunto tan
delicado debe primar el consenso y este, desde nuestro punto de vista, se puede
alcanzar si se hacen los menos cambios posibles.
No es ésta una cuestión baladí, pues
todos somos conscientes que a las obras del Ayuntamiento les quedan aún algunos
años, de ahí que hay que tomar una decisión que sirva no sólo para la Semana
Santa de 2017 sino para las siguientes.
Seamos pragmáticos, mantengamos lo que
funciona, minimicemos las consecuencias de las obras.