Misa de romeros y toda la fe rociera junto al Simpecado de La Isla
Hoy era lunes, lunes de salida, lunes de misa de romeros, de Simpecado entronizado en la carreta, de mañana de piteros anunciando un cortejo por las calles de La Isla, de trajes cortos y batas, de cañeros con cintas blancas y letras azules, de calle San Rafael y Rosario, de la esquina de La Herrán por sevillanas, de la Iglesia Mayor ante Jesús Nazareno, Medinaceli y San José, de calle Real entre escolares y vivas, del encuentro con la Patrona y de rengue en Sacramento. De eso y de tantas otras cosas que se viven en la primera jornada de camino de la Hermandad del Rocío de San Fernando.
Pero este año tampoco será. El coronavirus nos deja sin otra Romería del Rocío, la segunda, y como pasara el año pasado si nos deja vivir la devoción rociera, esa fe sin medida de los rocieros de La Isla junto a su Simpecado entre las paredes de la Parroquia de la Sagrada Familia.
Hoy, para favorecer la participación de los hermanos, la misa de romeros comenzó a las ocho de la tarde. Con esa claridad que va bajando como bajan los rocieros en las arenas de las Piletas por estas horas. No era hora de chaquetas y corbatas, pero este año así ha tenido que ser, de nuevo.
Una misa de romeros cantada por el coro de Romeros de La Isla y oficiada por el Rvdo. P. José Manuel Carrascosa Moreno, director espiritual de la hermandad y párroco del templo del barrio de la Bazán. A la misma han acudido representantes del Ayuntamiento, encabezados por la alcaldesa Patricia Cavada, el Presidente del Consejo local de hermandades y cofradías -Manuel Antonio García López- y representaciones de distintas hermandades que suelen recibir la visita de los rocieros isleños antes de partir en su camino a Almonte.
Una eucaristía en la que se entronizó al Simpecado en un altar efímero alfombrado de romero -que se ha bendecido- y detalles que añoraban al camino. Una misa que ha servido también para encender la vela de ‘Lágrimas de vida’ por parte de la Archicofradía de Medinaceli y que ha servido para tener el punto álgido, el más emotivo, cuando la Hermana Mayor -Ana Ortiz Benítez- ha llevado el Simpecado hasta el dintel del templo de la Bazán para gritar allí los vivas a la Virgen.
Sin duda un lunes que no es el lunes soñado por los rocieros isleños pero que ha dejado mucho sentimiento particular, muchas lágrimas y mucha esperanza en poder vivir dentro de un año ese lunes con todo lo que debe tener. Que así sea.