El ‘salto’ tuvo lugar 15 minutos antes que el año pasado -2:57- y apenas cuatro minutos después, a hombros de los almonteños, la Virgen alcanzó el pórtico del Santuario para salir a una explanada frontal en la que la esperaban miles de fieles.
Tras salir de la ermita, se dirigió, como es tradicional, a su lateral izquierdo, el de la marisma, para empezar a visitar a sus 127 hermandades filiales -la primera de ellas la de Huévar del Aljarafe (Sevilla)- en un paseo que concluyó pasadas las doce del mediodía tras recorrer un itinerario ampliado a la llegada a la Plaza Doñana para darle más agilidad. Una ampliación que permitió, además, vivir momentos hasta ahora inéditos como el paso de la Virgen por la puerta de la casa de la Hermandad de Sevilla.
Para la ocasión, la Blanca Paloma y el niño -el Pastorcito- lucían el conjunto textil de las Hermandades, más popularmente conocido como de los Apóstoles, cuyo manto que le da nombre fue realizado entre 1951-1956, bordado con hilos de oro fino y de seda de diferentes colores sobre tisú de plata en el Convento de Santa Isabel de Sevilla.
La Santísima Virgen y el Bendito Niño llevaban ráfagas de punta de martillo y media luna de plata sobredorada y el cetro y las coronas de la Coronación Canónica de la Virgen en 1919, momento para el que el canónigo Muñoz y Pabón le regaló el rostrillo que también luce.
Completaba el conjunto el exorno floral realizado por Mamé de la Vega, está formado por unos ramilletes formado por calas blancas, orquídeas y flores secas en tonos cálidos, inspirados en el cartel anunciador de la Romería.
La Hermandad del Rocío de San Fernando salía a las ocho de la mañana de la casa de hermandad con el Simpecado para situarse en el lugar indicado por la Hermandad Matriz, la esquina más cercana a la casa de hermandad del Rocío de Sevilla en la Plaza de Doñana. Alli se dio el encuentro a las ocho y media de la mañana antes de encminarse la Santísima Virgen a la parte final de su recorrido.