Editorial

Jugar a los pasitos

Estos días con la presencia en distintos templos de la Patrona, se ha escuchado a un cofrade decir que aquello era “jugar a los pasitos”. Sin duda es una frase poco acertada, a nuestro parecer, cuando de lo que se viene realizando el pasado domingo se refiere.

Jugar a los pasitos es una frase, un término, que se utiliza despectivamente para cuando un movimiento cofrade se quiere hacer ver como que no tiene sustento alguno, al menos en el ámbito cofrade ni cristiano claro.

Jugar a los pasitos puede ser lo que hacen los pequeños que construyen pasos en miniatura y con ellos reproducen aquellos que hacen sus mayores en las distintas procesiones.

Jugar a los pasistos puede ser cuando por ejemplo se hacen cultos, actos y la afluencia a los mismos no roza ni un mínimo anecdótico, por falta de interés y por falta de potenciar estos mismos entre los hermanos.

Jugar a los pasitos puede ser cuando se impostan cosas, cuando se malcopian o cuando se intentan trasladar gestos o formas que no tienen un arraigo, que no están en el ideario colectivo de quienes presencian una procesión.

Los traslados de la Patrona, ahora que se ha sobrepasado la primera semana de los mismos, nos ha traído todo lo contrario. Hemos visto que es un movimiento de mayores y pequeños, pero especialmente de mayores. Las visitas de personas mayores por ejemplo a la misa en el Panteón -que no está cerca de ningún núcleo poblacional de la ciudad- remarcaron este carácter devocional entre los que ya peinan canas.

Los traslados de la Patrona tienen mucho de teología, de rezos tras una parihuela constantes, incluso a veces a destiempo sobre lo marcado, como cuando alguien conecta directamente con una imagen y es puente para la oración.

Los traslados de la Patrona han marcado -y las fotos lo corroboran- una afluencia masiva en cada uno de los días. Ya fuera entre semana, en las zonas más cercanas al centro o en los barrios periféricos. Una incontestable mayoría.

Y los traslados de la Patrona son sin duda de verdad. Nada impostado. Son una salve que nace de una señora que ve pasar a la Virgen junto a su casa, o quien la acompaña tras la parihuela. Son vivas emocionados, de siempre, de toda la vida, de La Isla. Son unos vivas, unas lágrimas, y la Salve Marinera incluso cuando ya se le ha cantado a la Virgen otra.

Por eso el traslado de la Patrona por los templos de La Isla, por eso la visita de la Virgen a su pueblo será muchas cosas, pero lo que nunca será es jugar a los pasitos.