Opinión - Fajín de esparto

El resultado nos da igual

Hoy me he despertado aturdido, cansado de una noche intensa de sueños, de haber disfrutado, de haber saboreado, sentido y entendido la Semana Santa de San Fernando. Dicen que este año no hay Semana Santa. Mentira, no habrá pasos en Semana Santa pero la Semana Santa volverá un año más en apenas una semana, eso sí sin pregón sin procesiones en la calle y sin una Cuaresma que llega a su fin sin esa vorágine de actos –de cuestionada calidad en su mayoría- que nos iban modelando el cuerpo hasta llegar al Domingo de Ramos.

Me he despertado aturdido y azorado; quizás la culpa la tienen los del Cristo Viejo que me han hecho soñar con mi tío Agustín, ese que fue crucero por más de setenta años y que cada Miércoles Santo intentaba con su voz apagada gritarle a su nieto pequeño desde lo más profundo de su alma el amor que le profesaba a su Cristo crucificado. ¡Qué estampa nos han ofrecido!

Y a partir de ahí, de ese Miércoles Santo de la mano de mi tío Agustín me he trasladado a esa cuaresma imaginaria de la pandemia, de la que podría haber empezado en la antigua capilla de Santa María en el Castillo de San Romualdo con la exposición temporal de uno de los pasos más antiguos que procesionan actualmente en la Semana Santa de San Fernando; el de la Virgen de la Soledad, con el manto ya restaurado. Allí surgió la devoción soleana y en esa capilla desacralizada los fieles comenzaban a venerar la reliquia de San Juan Grande entronizada ya en la delantera del paso.  En la sala de exposiciones temporales del Castillo, en lugar de una muestra de plastilina…, se mostraban todos los estrenos que la Covid 19 nos ha impedido disfrutar en la calle. Desde el Simpecado o los arcángeles ricamente estofados de la Hdad. del Gran Poder, pasando por el guión de San Pedro de Columna, la cruz parroquial del Perdón o la peana de la Paz de esta misma hermandad, la talla del canasto del paso de Borriquita, los bordados del techo de palio de Piedad de Misericordia, el guión de Charitas del Huerto o los primeros bocetos que el artista Curro Claros está comenzando a esbozar para el futuro palio de Gracia y Esperanza, entre otros….

Salimos del Castillo con esa sensación de que nuestra Semana Santa está muy viva respetando el pasado y avanzando en un futuro prometedor. Seguimos calle Real arriba y nos adentramos en la antigua Clínica Palomo. Allí se ha organizado una exposición sobre los sonidos de la Semana Santa. Se ha aprovechado todo el trabajo realizado por los investigadores de la monografía Insula Fidei, esa que también expone en mupis por toda la Carrera Oficial fotografías de las piezas artísticas más interesantes recogidas en este catálogo. Como decíamos la exposición emplazada en la antigua sede del Museo municipal es una delicia para el oído. Allí se muestra la hemeroteca musical de los principales compositores que han creado marchas procesionales para la Semana Santa de San Fernando. Y, además, se expone una antología de las diferentes formaciones musicales que a lo largo de los años han existido en la ciudad, con los diferentes uniformes, banderines, instrumentos,…. Por apego a mi infancia me quedo con el banderín y la boina del uniforme de la antigua banda de CCyTT de Jesús de Medinaceli, pero también me resulta curioso reencontrarme con el atuendo blanco con el que procesionaba Lágrimas en sus comienzos cada Domingo de Ramos. A mi lado, pero separados por la distancia social, jóvenes quinceañeros se descargan a través de códigos QR y en sus teléfonos móviles las marchas que han llevado el nombre de la ciudad a todos los rincones de la Andalucía cofrade… La Oración del Huerto, Jesús de la Misericordia, Cristo Rey en la Salle,… y para los más eruditos existe una última sala en la que se exponen las partituras originales que la familia del maestro Márquez Galindo donó a la ciudad hace unos años y que se exponen por primera vez.

La siguiente parada la tenemos en el Centro de Congresos, donde en las tres salas de conferencias se proyectan a distintas horas diferentes trabajos audiovisuales en una retrospectiva en la que se percibe la evolución de nuestra Semana Santa desde las décadas de los setenta / ochenta, a finales del s. XX y la de os últimos años prepandemia. En el hall central hay una muestra de la cartelería cofrade que oficialmente ha anunciado la Semana Mayor a lo largo de cincuenta años en nuestra ciudad. Algunos no son los carteles originales sino reproducciones extraídas de un estudio de investigación sobre la cartelería cofrade realizado hace unos años, pues desgraciadamente en el Consejo no se conservaron todos estos carteles. Y por último, en la planta sótano tenemos expuestos todas las cruces de guía así como las túnicas de las diferentes hermandades. Túnicas de cola, de capa, de sarga, de ruan o de terciopelo se van fundiendo unas con otras en un particular arcoíris que nos recuerda a la tarde del Viernes Santo en el cortejo del Santo Entierro.

Pero quizás la exposición que se está llevando todas las atenciones es la que se desarrolla en el renovado edificio de las casas consistoriales. Allí en el Ayuntamiento y con las mismas medidas de aforo y seguridad que se establecieron en Navidad, han quedado expuestos por un lado mantos, sayas, túnicas y enseres bordados que conjugan a la perfección con el mármol, el artesonado y los estucos de las paredes. Están ordenadas por orden cronológico poniendo en valor no sólo las joyas que posee nuestra Semana Santa con bordados del s. XVIII o XIX sino empoderando a los talleres contemporáneos isleños que han acrecentado en número y calidad este tipo de patrimonio textil. Por su parte, en el antiguo salón de plenos la platería tiene su espacio expositivo. Son principalmente coronas y diademas, pero también observamos relicarios, cálices, medias lunas, puñales, broches, ciriales, remates de astas, etc… destacando sobre manera el canasto frontal del paso de Caridad. Y en uno de los patios del consistorio, en ese que se ha fundido la arquitectura neoclásica con el acero corten más contemporáneo se ha reservado un área para mostrar un sinfín de cartelas procedentes de buena parte de los pasos de misterio, ordenados con criterios pedagógicos para explicar los diferentes momentos de la vida de Jesucristo. Detalles que a veces pasan desapercibidos en Semana Santa al concentrar nuestras miradas en las imágenes titulares y que nos sorprenden por la variedad y riqueza artística de los acabados.

La salida se hace por la calle Cayetano del Toro y esto nos permite entrar en el Mercado Central donde en los puestos de la antigua zona de pescadería se ha habilitado un espacio de olores y sabores de Semana Santa. Comida de las llamadas ahora take away elaboradas a partir de las principales recetas tradicionales, así como los dulces típicos de estas fechas entre los que destaca sobremanera nuestro afamado roscón de La Victoria que es icono y patrimonio gastronómico de la Isla cofrade. Y también de olores a incienso y flores, porque la Semana Santa también sabe mucho de flor cortada. Los floristas locales muestran su arte desde la más clásica jarra de claveles blancos hasta las más vanguardistas en las que se mezclan un sinfín de especies de nombres latinos impronunciables.    

El recorrido temático va llegando a su fin, si bien aún nos queda una última parada. Esta nos lleva hasta el claustro del convento del Carmen donde los Carmelitas han cedido el espacio para acoger la muestra sobre antigua imaginería o enseres que actualmente no procesionan. En un esfuerzo titánico, se ha conseguido traer desde Almería el paso de Pérez Calvo de Afligidos, desde Madrid el del Huerto así como de Chiclana el antiguo de Nazareno o Prendimiento. También está expuesta la antigua dolorosa de Santo Entierro, el Cristo de Tres Caídas de Cepillo, el antiguo misterio de Borriquita o las imágenes secundarias antiguas de Ecce Homo, completando la muestra el antiguo templete de la Virgen del Carmen que actualmente se conserva en Puerto Real.

Cansado, pero exhorto y satisfecho comienzo a despertarme de mi sueño. Mi tío Agustín se despide diciéndome que la idea de los cruceros era haber venerado a los titulares en el paso de Rugero el Miércoles Santo, al igual que el resto de hermandades que querían exponer las escenas de la pasión en altares efímeros durante la Semana Santa, pero que desgraciadamente esa idea fue truncada por los rectores de la Iglesia.

Me despierto del sueño sin antes tener una última imagen esperpéntica, más propia del Callejón del gato de Valle-Inclán que de una calle que por nombre da sentido a la democracia. Llevo ceñido el fajín de esparto y en mi brazo sostengo la cruz y el rosario, en mis pies descalzos se clava un cristal de un vaso roto con los hielos aún bien conservados y esparcidos alrededor…no escucho de fondo las marchas clásicas sino un cántico futbolero deformado hasta la saciedad… danzantes que se contornean en favor del dios Baco, efluvios de alcohol de aquel 24 de diciembre que ya despierto del sueño aún son vergüenza de toda una ciudad, quizás una de las causas que han llevado a que hoy ese sueño que os he relatado no haya sido una realidad; esa y otras muchas como la escasa altura de miras política sobre el asunto –cubramos expediente y ya llegarán otros tiempos para dinamizar la economía que esto no es cultura…-, la negativa del clero local a que las iglesias fuesen el escenario de la anual catequesis pública de fe y por qué no decirlo, por la inacción pasmosa de muchas Juntas de Gobierno a las que le está pesando y mucho ese año de gracia que ellas mismas pidieron esperando rematar su gobierno con las procesiones que finalmente en 2021 no hemos podido celebrar.

Esta Cuaresma era la de la cultura, la del patrimonio, la de la pedagogía, la de poner San Fernando como potencia cultural cofrade…pero no, no ha podido ser.

Lo dicho. Paco, vete poniendo una nueva ronda que el resultado nos da igual.   

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