El Ángelus del lunes de salida: los rocieros rezaron emocionados ante el Simpecado
A las once y media de la mañana los primeros hermanos del Rocío entraban en la Sagrada Familia entre unas estrictas medidas sanitarias. Los bancos estaban marcados para saber los lugares que podrían ser ocupados, sobre unos 70 finalmente.
En el exterior del templo sonaba el flautín y el tamboril como lo hace cada año en esta jornada de lunes de salida para la Hermandad del Rocío de San Fernando previo a la misa de romeros. En este caso no hubo misa, no hubo cañeros, ni trajes cortos o volantes. Únicamente las mascarillas, gel hidroalcohólico, las medallas de la hermandad sobre el pecho y el mismo sentimiento que cada año, quizás esta vez, algo aumentado por las circunstancias.
Y es que la crisis sanitaria del coronavirus suspendió la Romería del Rocío hace ya algunos meses pero no ha dejado a los hermanos y devotos de la Santísima Virgen que hoy pudieran reunirse para el rezo del Ángelus y el canto de la Salve.
Un rezo del Ángelus muy parecido al de cada día de camino pero muy distinto. No faltaron las peticiones por los hermanos que no están y por las víctimas del coronavirus. Tampoco faltaron las sevillanas que se cantaron esta vez con más sentimiento que nunca. Pero todo es tan distinto.
La Hermana Mayor, Ana Ortiz Benítez, quiso agradecer a los hermanos que se acercaron a compartir este momento que fue acompañado por el Rvdo. P. José Manuel Carrascosa, párroco de la Sagrada Familia y director espiritual de la hermandad.
Las mascarillas no tapaban los sentimientos, incluso algunas lágrimas en este tan atípico lunes de salida. No hubo carreta, ni recorrido por la calle Real, ni tantas otras cosas. Pero estuvo la Virgen y el rezo sincero de sus hermanos. Un lunes de salida muy distinto, el más íntimo de todos. (ISLAPASIÓN).