Hermandad del Rocío

Cientos de isleños salen a despedir a los romeros en su camino hacia la Blanca Paloma



La Isla es cada año más rociera. Es innegable el auge de la filial rociera de San Fernando y ese cariño de la hermandad a la ciudad que la ciudad le devuelve cada lunes previo a Pentecostés. 

Desde bien temprano la Iglesia de la Sagrada Familia se queda pequeña. No cabe un alfiler en la Misa de Romeros. Los cantes van entonando la mañana y la eucaristía da sentido a todo lo que viene después. Es el Rocío, algo más que una hermandad, una forma peculiar de vivir la vida, de sentir el compromiso, de entender el compartir y de disfrutar el momento.

Y es que momentos son muchos en esta primera jornada de camino para los romeros isleños. Momentos que han estado acompañados en todo momento de cientos de isleños -jóvenes y mayores- que han salido a las calles del centro a despedirles.

El paso por San Rafael y Rosario parece consolidarse. Un estallido de júbilo en la monótona mañana de lunes en el centro. Ya no son cuatro familias, ahora es mucho más. Y es que el ánimo de los rocieros se contagia y de eso La Isla sabe bastante en los últimos años.

Primera parada en la Iglesia Mayor donde nada más llegar se reza el Ángelus. Despedida en el interior de Jesús Nazareno y del Patrón San José. Rezos ante sus altares. Cantes por sevillanas. Y una vela que se enciende en la carreta. Pero no una cualquiera. Una con un lema «Lágrimas de vida» que el Hermano Mayor de la Archicofradía de Medinaceli ha encendido para el recuerdo de las campañas de donaciones de órganos a la que ambas corporaciones pertenecen.

Y desde la Iglesia Mayor la calle Real es un rosario de momentos especiales. El cortejo iba tarde pero es que no pueden no devolver con unos vivas o con parar la carreta ante cada uno de los grupos que salen a su encuentro. 

Una carreta bellamente exornada y que cambiará de cara al viernes con colores vaticanos alusivos al 35 aniversario de la visita de San Juan Pablo II al Rocío. Además la carreta tanto en la delantera como en la trasera luce la frase del citado Papa «Que todo el mundo sea rociero».

Y es que parece que la filial de San Fernando ha tomado esta frase para adaptarla a ese «Que todos los isleños sean rocieros» e implica a colegios -La Salle, Miramar y Compañía de María- a su paso por la calle Real. Los colegiales salen al encuentro y cantan sevillanas, gritan vivas y aplauden a los romeros.

La parada también ya tradicional en la Vaticana y Castrense de San Francisco donde las hermandades de Caridad y Santa Elena esperaban para despedirles. De aquí al Carmen en la última y seguro más especial de las paradas del camino, ante la Patrona. Aquí las sevillanas no son contadas. El tiempo tampoco. Y se pide protección ante la Santísima Virgen para estos días por las arenas del Coto de Doñana.

Y del Carmen al Parque Sacramento para el rengue de mediodía. Ya se ha recorrido de punta a punta La Isla. Ya solo falta emprender el camino hacia la Virgen. Un camino que este año irá acompañado de la agrupación parroquial de San Roque -de la que la hermandad isleña es madrina- y de la Hermandad de Ceuta que vuelve al camino de Cádiz para encontrarse con la Blanca Paloma.

Los romeros abandonarán definitivamente La Isla en torno a las 17.30 horas para poner rumbo hacia Sanlúcar de Barrameda donde esta noche se rezará el rosario para mañana buscar el embarque en Bajo de Guía. Pero eso ya será motivo de otra noticia.

La Isla se volcó un año más con la Hermandad del Rocío. (ISLAPASIÓN).