La Virgen de los Dolores de Servitas descansa en el Carmen como final de la segunda etapa de sus traslados
Hoy se ha desarrollado la segunda de las etapas de los traslados que desde la Orden Seglar de los Siervos de María se vienen realizando por la ciudad con motivo de los 600 años de la fundación de las órdenes terceras servitas a nivel mundial a través de una bula de Martín V a por la que se dota de unas reglas de vida propias a estas órdenes.
Si ayer la Santísima Virgen era trasladada desde la Iglesia Mayor a la Capilla de la Compañía de María hoy se ha trasladado desde la citada capilla hasta la Iglesia conventual de Nuestra Señora del Carmen, para visitar a la segunda de las congregaciones religiosas radicadas en San Fernando.
A las siete de la tarde daba comienzo en la Capilla de la Compañía de María la celebración eucarística predicada por el Rvdo. P. Jesús Francisco Molina tras la cual se llevó a cabo el rezo de la Corona Dolorosa -principal motivo de estos traslados- y que en esta ocasión estuvo a cargo de los cofrades de los Servitas de Cádiz que acompañaron además a los Servitas isleños en esta segunda jornada.
A las ocho y media de la tarde el cortejo que acompañaba a la Santísima Virgen comenzaba a transitar desde el número 142 de la calle Real en dirección al Carmen. Para ello se realizó un itinerario que pasó por Real, Manuel de Arriaga, San Joaquín, Alameda del Carmen (interior) y por Real llegó a la Iglesia conventual minutos antes de las diez de la noche ya que el horario establecido estaba marcado por el paso del Trambahía, algo que obligaba a hacer un recorrido corto en un tiempo demasiado elevado, restando agilidad y solemnidad al traslado.
En el dintel del Carmen esperaba una representación de las hermandades del Carmen y Santo Entierro que acompañaron a la dolorosa Servitas hasta el presbiterio donde se cantó la Salve como final del traslado. La Santísima Virgen aguarda ya en el interior del Carmen, sobre una parihuela provista de un adaptado palio para el regreso mañana a la Iglesia Mayor que comenzará a las nueve y cuarto de la noche tras la eucaristía de ocho de la tarde y rezo de la Corona Dolorosa.