La Isla arropó multitudinariamente a su Patrona por las calles en un nuevo 16 de julio
La jornada del 16 de julio puso el broche de oro a diez días de cultos en honor a la Santísima Virgen del Carmen. Una jornada que comenzaba en la medianoche con el Ángelus de felicitación y que seguía por la mañana con la Solemne Función y besamano a la Patrona, tenía todas las miras puestas en su procesión de alabanzas en la tarde-noche del día más importante para los carmelitanos.
Desde las siete de la tarde los hermanos y representaciones comenzaban a llegar al templo carmelitano que vestía sus mejores galas. En el centro del crucero del templo ya la Santísima Virgen sobre su paso con un exquisito exorno floral preparada con los atavíos como correspondía a la jornada.
Minutos antes de las ocho de la tarde se abrían las puertas para que el cortejo -con hermanos y representaciones- discurriera en dirección a la Alameda del Carmen. El paso, portado un año más por la cuadrilla de José González García, se posaba antes del dintel interior mientras sonaban en el exterior los acordes de ‘La Virgen del Carmen’ de Camilo Pérez Monllor.
Desde los primeros instantes de la procesión y hasta la recogida fue mucho el público que arropó a la Patrona en su procesión, el buen tiempo -menos caluroso que otros años- ayudó a esta circunstancia además de la supresión de los fuegos artificiales que en los años coincidentes restaba algo de público en los últimos momentos de la salida procesional.
Como novedad este año los jóvenes cofrades instalaron su alfombra de sal en la Alameda del Carmen, algo que ayudó a que se viera en plenitud, dejando una de las estampas más fotografiadas de la tarde mientras sonaba ‘Tú eres el orgullo de nuestro pueblo’ de Pablo Ojeda. Sin duda el repertorio musical cada vez más afinado se acerca año a año al de una hermandad letífica patronal dejando atrás composiciones de carácter más solemne y apostando también por marchas isleñas como ‘La Oración del Huerto’ o ‘A mi capataz’ en las que los músicos de Agripino Lozano alcanzan su mayor expresión.
El único punto negro de la jornada lo vuelve a marcar el Trambahía. La hermandad está sometida, atada de pies y manos, a los dictámenes del tranvía a su paso por la calle Real. Una dictadura que además cada año va restando minutos de paso por la arteria principal a la que es Alcaldesa Perpetua de San Fernando. Habría que hacérselo mirar ya que obligar a que el paso recorra desde el callejón Manuel de Arriaga hasta la calle Santísima Trinidad en 12 minutos -el año pasado eran 23- es una autentica locura y un desgaste innecesario para su cuadrilla y el cortejo al completo.
Destacó igualmente en negativo el paso por la Parroquia Vaticana y Castrense, sí Castrense de San Francisco, que de nuevo tenía sus puertas cerradas al paso de la Patrona de la Armada. A diferencia de esto la Parroquia de San Marcos estuvo abierta y con su administrador parroqiual al frente en un claro ejemplo de saber hacer las cosas.
El recorrido por la calle Real se hizo en el menor tiempo posible llegando hasta la calle Santísima Trinidad y despidiendo a las autoridades en el comienzo de la calle Mayorazga. A partir de aquí el cortejo ralentiza su ritmo y se nota. La bajada de la calle Lope de Vega -Comedias- siempre es buen punto para acompañar a la Patrona dejando estampas muy plásticas.
La noche cae y el público sigue acomapañando a la Virgen del Carmen en su paso por las calles San Bruno, Olivarillos y Santa Gertrudis como preámbulo de la llegada a la calle Carmen. Este año además se incluyó una ofrenda musical por parte del grupo de piteros de la Hermandad del Rocío en el final de la calle Santa Gertrudis.
La calle Carmen vuelve a ser el epicentro de la procesión, el punto más esperado. Se nota en una bulla que antecede al paso desde el giro de entrada. Se suceden las marchas, los vivas y las petaladas. Sin duda momentos de máxima expresión de amor a la Patrona por parte de su pueblo. Desde aquí y con algunos minutos de retraso se llegó de nuevo a las inmediaciones de la Iglesia del Carmen donde se entonó la Salve marinera como final de una procesión en la que la Patrona estuvo arropada de manera multitudinaria de principio a fin. Así fue el 16 de julio, un nuevo 16 de julio en La Isla.
