Algunos
la esperan con ansiedad, casi con desesperación, pero nunca les llega. Otros saben,
tranquilos, que más tarde o más temprano serán los destinatarios. Y hay a quien
le sorprende de forma brusca, sin previo aviso.
Me estoy refiriendo a esa llamada telefónica recibida
una noche de otoño por algún cofrade o persona relacionada con el mundo
cofradiero y en la que la voz del presidente del Consejo de Hermandades le comunica su designación como pregonero de
la Semana Santa, nada más y nada menos.
Es una llamada
que cambia la vida de su receptor en los meses siguientes y que le hace entrar
de pleno derecho en el grupo minoritario de cofrades que, solo Dios sabe por
qué, han tenido la fortuna de pregonar la Semana Santa de su ciudad.
El
joven periodista Antonio Campos ha sido la persona elegida en este año para ser
el portavoz de los cofrades isleños en la próxima cuaresma, encargo que ha
recibido cuando aún no ha alcanzado los 30 años de edad.
En
noviembre de 1998 tuve la fortuna y el honor de recibir esa llamada. Al otro
lado del hilo telefónico el entrañable y recordado Ignacio Bustamante me hacía
el ofrecimiento y ante mi inicial negativa intentaba convencerme con su
conocida perseverancia, lo que finalmente consiguió casi por agotamiento.
Precisamente
contaba por aquel entonces con una edad muy similar a la que Antonio Campos
tiene ahora, por lo que me es posible imaginar sin demasiado esfuerzo por lo
que debe estar pasando e incluso los sentimientos que le embargan. Estos no
serán otros, a buen seguro, que la ilusión, la responsabilidad y la
satisfacción, que se estarán mezclando
con las dudas y el lógico respeto.
Supongo
que andará abrumado por las numerosas llamadas de felicitación, a las que en
esta época se habrán unido los wasaps y los mensajes de Facebook o de Twitter.
Y sé que las agradecerá sin excepción.
Del
mismo modo, conozco la angustiante sensación de desasosiego que le provocará
enfrentarse a unos folios todavía en blanco mientras al calendario se le vayan
cayendo las hojas cada vez más deprisa. O como disfrutará al comprobar el resultado de esos momentos de
inspirada creatividad que se alternarán con otros que no lo serán tanto.
Imagino
también las crecientes dificultades de agenda que tendrá en estos meses que se
le avecinan, en los que le será difícil tratar de cuadrar las cada vez más
numerosas invitaciones a actos y cultos
para quedar bien con aquellos que deseen contar con la presencia del pregonero.
Por cierto, aprovecho para avisarle desde
ya que tiene una cita ineludible e inexcusable, en las fechas previas al Pregón,
con los miembros de la tertulia “Papelón al cuadril”, de la que pasará a formar
parte desde ese momento.
Aunque
no he tenido la ocasión de poder escuchar demasiado al flamante pregonero y
todavía no nos conocemos personalmente, cuestión esta a resolver en breve,
estoy convencido de que no nos va a fallar y su pregón va a estar a la altura
de lo que la Semana Santa isleña demanda.
Y lo
estoy, por un lado, porque es una persona preparada, con formación universitaria
y buen conocedor del mundo cofrade, lo que supone una doble garantía, además
del plus que ofrece ser profesional de la comunicación.
Y por
otro porque no soy ajeno a la meticulosidad de mis antiguos compañeros de la
Junta Permanente del Consejo de Hermandades y sé que si han elegido a Antonio es
porque las posibilidades de éxito son muy elevadas por no decir plenas. A los
hechos me remito, ya que desde hace bastantes años estamos teniendo la fortuna
de poder disfrutar de grandes pregones, de estilos variados y pronunciados por
pregoneros de perfiles distintos, pero todos ellos de una gran calidad tanto en
el fondo como en la forma.
A
Antonio Campos, el pregonero, solo me queda felicitarle y sugerirle algo muy
simple: que disfrute de todos los momentos que ya estará viviendo y de los muchos
que aún le quedan por vivir. Al fin y al cabo tener la oportunidad de pregonar
a la Semana Santa de tu tierra es un honor que no se repite, ¿o sí?