Tras presidir junto a la Virgen de la Esperanza el Pontifical por el Año Jubilar en San Francisco, María Santísima de Gracia y Esperanza Coronada regresó ayer a la Divina Pastora en un traslado rodeada de sus hermanos.
Y es que la jornada -domingo- y la hora -comenzó pasadas las nueve y media de la noche, hicieron que mermara el público que acompañó a este traslado con respecto al traslado en peregrinación de ida hacia el templo de San Francisco.
Aún con estos condicionantes un centenar de hermanos del Huerto antecedían, junto a la representación del Consejo de hermandades, a la parihuela que portaba la asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades (JCC) aunque hubo momentos en las algo más de dos horas para portar a la Santísima Virgen por parte de los hermanos de la corporación del Martes Santo.
El acompañamiento musical estuvo a cargo del grupo de metales Rosarium de El Puerto de Santa María, un acompañamiento con marchas adaptadas a este número reducido de instrumentos que sortea la normativa impuesta por el Obispado de Cádiz que impide que una banda de plantilla completa pueda interpretar las marchas -pensadas para estas formaciones- en este tipo de traslados.
El recorrido fue idéntico a la ida del pasado sábado pero en sentido inverso. Sin duda lo más llamativo y estético llegó con la llegada al barrio de la Pastora, desde la entrada por la calle Murillo hasta la entrada en el templo pastoreño. Allí, tras el rezo oportuno de gratitud a la Virgen, el Hermano Mayor -Jesús Rodríguez Quijano- agradeció a los hermanos y fieles el acompañamiento hasta el último minuto. La Esperanza no defraudó.

