Editorial: ‘Sin estridencias’
Tiempo de calores, de levante y poniente luchando en los días, de ese verano que ya empieza a menguar en el tiempo pero que aún tiene, en lo cofrade, grandes coletazos que dar. Y es que se aproxima uno de los días grandes del año en muchas localidades, el 15 de agosto. Fiesta grande en pueblos, de Patronas, del día de la Virgen, de verbenas y ferias, de muchas cosas, y de procesiones también.
Y son estas, las procesiones de Gloria -menos ocurre en las de penitencia-, en las que se vive un fenómeno que está en auge en los últimos años. Y es que existe un llamémosle turismo procesional que lleva a ciertas personas a visitar algunas manifestaciones letíficas. Esto es algo bastante bueno, en principio, pero que se nubla cuando estas personas quieren ser el centro de lo que allí acontezca. Suelen localizarse facilmente puesto que al querer ser el objetivo de las miradas vociferan, chillan vivas descompasados, se hacen notar delante de los pasos y además hacen de cada una de estas procesiones su particular salida, que no procesional precisamente.
Son elementos que enturbian, disuasorios de la verdad de todo lo que se pone en las calles estos días. Que restan veracidad, integridad y personalismo. En contraposición a estos movimientos están otros, silentes, sin estridencias, que se fraguan a fuego lento en tardes de calor. Son esas manos arrugadas, esos niños que inician su vida cristiana o aquellos padres que los llevan de la mano. Personas que viven la fe desde dentro. De Triduos y Novenas, de jornadas largas, de rezos sinceros y musitados. De devociones entre generaciones, de toda una vida. Personas que les da igual si suena una marcha u otra, si este año alguien fue en un lugar del cortejo o no, si la cuadrilla está mejor o peor en esta salida, les da igual. Ellos centran su devoción en lo realmente importante y pasan, la mayoría de las veces desapercibidos, durante una salida.
Pues se ha dado el caso que los segundos han tenido que llamar la atención a los primeros en algunas ocasiones cansados de esas estridencias y de generar un ambiente que no es sin duda el que ha imperado siempre junto a esos pasos.
Es la fecha clave dentro del panorama de procesiones del verano, 15 de agosto. Disfruten de las muchas formas que existen de hacerlo y tan particulares como cada localidad lo hace. Pero recuerden, respeten sin estridencias, lo que en cada lugar se disfruta. La única protagonista será siempre la Virgen.