El Papa Francisco, hace ahora 10 años en la Misa Crismal, pedía a los sacerdotes que tuvieran «olor a oveja y sonrisa de padres», que eviten la «cara de vinagre» además de no ser «pastores aburridos» o que se quejen.
Retomamos esa visión del difunto sucesor de San Pedro para llevarla a nuestros días, diez años después. Y es que en nuestra Iglesia local, la cercana, nuestro Arciprestazgo, nuestros pastores huelen poco a ovejas y difícilmente sonríen como padres.
La actual relación entre los directores espirituales y párrocos con los cofrades se ha convertido en un ‘ordeno y mando’ en toda regla. A nadie se le escapa que estamos en una institución jerárquica pero… Buscar pretextos, amenazar con sanciones, prohibir y no estar nunca al lado de quienes somos como diría un Obispo cercano, la infantería de la Iglesia local.
Y es que no nos tenemos que ir muy allá, podemos analizar situaciones desde Semana Santa a hoy mismo. Los sacerdotes no huelen a ovejas y vamos a enumerar:
- Sale un Rosario de la aurora, un culto público, por las calles, y ningún sacerdote acompaña a los fieles.
- Sale una Titular de una corporación como antesala a un acto que organiza el propio Arciprestazgo, y ni el párroco del templo ‘saliente’ ni el Arcipreste en las filas.
- Viene el Obispo, el ‘jefe’ de todos ellos a celebrar un Pontifical por el Año Jubilar, que organiza el Arciprestazgo, y en el Pontifical no aparecen los sacerdotes.
- Regresa una Titular de una corporación, como colofón de un acto del arciprestazgo y ni un solo sacerdote acompaña.
- Se celebran cabildos, donde es obligación estar por parte del director espiritual. Ni está ni se le espera… al sacerdote de turno.
- Prohibir el uso de las instalaciones parroquiales para cualquier tipo de uso, incluso litúrgico.
- Se hacen campañas para los más desfavorecidos, donde esta ‘infantería’ trabaja sin descanso para ayudar al de al lado. No se ven a los sacerdotes en estas ayudas…
Y así una lista que seguiría si vamos añadiendo semanas o meses del año. Y todo ello a falta de una sonrisa de padre, más aún, con mala cara.
Y con mentiras, que por cierto tienen las patas muy cortas. O por lucha de egos entre sacerdotes. Y así mil cosas más. Muchas cosas más.
En estos días en los que alzamos nuestras oraciones por un nuevo Cónclave para la elección del próximo Papa, nosotros sumamos a estas peticiones que el Espíritu Santo ilumine a los sacerdotes cercanos, a los de nuestros templos, para que vuelvan a oler a vejas con sonrisas de padres, como si ocurre en algún caso, que todo no va a ser malo…