Del Ángelus a la Salve: veinte horas de espera y cuatro de gloria carmelitana
Pasó el 16 de julio. Pasó la jornada que da sentido a las fiestas de San Fernando, la que reúne en el epicentro devocional de la Virgen del Carmen todo el amor a la Santísima Virgen.
Y es que en 24 horas … y algunos minutos que le roba el reloj a la siguiente jornada se concentran todos los momentos: desde los más íntimos a las explosiones de fe popular junto a la Patrona de la Ciudad y de la Armada.
Desde el Ángelus cuando el reloj marca las doce en punto en el Carmen, pasando por la felicitación, la Función, la decoración de las calles, el templo vacío y la Virgen en el paso… hasta su procesión.
Y es que bastantes minutos antes de las ocho de la tarde los chaqués y las mantillas ya revoloteaban por los pasillos del claustro carmelitano. Los hermanos del Carmen preparaban todo para una nueva salida -la segunda en un 16 de julio- con todos los habíos necesarios.
Llegaban las representaciones al templo carmelitano mientras se encendían las velas del paso. Se abrieron las puertas y desde el primer momento se notaba una cierta inquietud: la rapidez en los primeros metros.
Antes que el paso cruzara el dintel del templo, antes de los primeros aplausos, sonaron las primeras notas por parte de la Banda de Música de la ACM Agripino Lozano desde el exterior mientras que en el interior el paso andaba sobre el mármol y en la megafonía se escuchaban los versos de Pemán, aquellos que dedicara a los cargadores de la Virgen del Carmen. Todo un momento íntimo y emotivo que puso en carrera el paso y los sentimientos.
La Virgen se alzó para salir al encuentro de su pueblo. El calor de la tarde no dejó vacías las aceras y el público acudió a la cita, como siempre. Sonó el Himno Nacional y las primeras marchas mientras el cortejo se encaminaba calle Real adelante.
Un camino -el de ida hacia la Alameda- que se marcó con un ritmo bastante más acelerado de lo habitual. Y es que había prisa, pero no de la hermandad. Aún así la cuadrilla comandada por Pepe «Mellao» supo estar a la altura y marcó el paso que tan bien aprendido tienen.
Antes de llegar a la Alameda, a la altura del colegio de la Compañía de María el paso se giró levemente como muestra de respeto ante esta comunidad. El cortejo -en el que figuraban representaciones de hermandades, salineras del 2017, Consejo de Hermandades y representación de la Armada y el Ayuntamiento- quedó reducido en la Alameda tras la despedida de las máximas autoridades tras la levantá del paso a cargo de la alcaldesa, Patricia Cavada.
Y entonces volvió el ritmo normal. El ritmo de siempre. El de la Virgen y su gente. El paso por la Alameda de vuelta fue el presagio de lo que vendría luego. Pero antes al paso -de nuevo- por la Iglesia de San Francisco una representación de la Hermandad de la Caridad con su Hermano Mayor, José María Moreno Ortiz, quien ofreció un presente por el 75 aniversario que vive esta cofradía tras lo cual le cedieron el llamador para que levantara el paso de la Patrona.
Una vez la Virgen del Carmen deja la calle Real atrás y se encamina por la calle Comedias -Lope de Vega- todo es distinto. Se suceden los vivas, las marchas escogidas son más populosas y en ocasiones la Virgen se mece de manera especial. No es el entorno más bello pero sí el que configuran las casas de los que viven en su barrio y le rezan a diario. Es quizás el mejor marco posible.
En San Marcos, Olivarillo y Santa Gertrudis siguieron los vivas, las marchas y los mecíos más cortos aunque con la vista puesta en la última, la más cercana, de las calles que llevan a su templo: la calle que lleva su nombre, Carmen.
Y es que minutos antes de llegar a esta arteria del barrio del Carmen ya las aceras agolpaban a un público que dejaba abierto el paso para que fuera la Virgen la que pisara sobre las alfombras de sal que durante toda la mañana grupos de jóvenes cofrades habían preparado en su honor.
Y giró el paso desde Santa Gertrudis a Carmen. Y todo fue Carmen en la calle. Todo fueron muestras de cariño hacia la Virgen, quizás en algunos momentos algo forzadas, pero en definitiva salidas del pueblo de La Isla que le canta, reza e implora a su Patrona.
Una petalada en mitad de la calle como otra ofrenda más de las que durante los últimos diez días se han visto pasar por el altar del templo carmelitano. Otra marcha. Otros vivas. Que se acorta el recorrido y se va llegando al final. Un final al que como dijimos se le ganaron algunos minutos, se le ganaron ya que se llegó más tarde, pero era quizás lo que menos importaba.
El trayecto final por la calle Real era un río de isleños que querían acompañar a la Virgen hasta su casa. Sonó «La Virgen del Carmen» de Pérez Monllor para que la Patrona mirara frente a frente a su pueblo. Quedó clavado el paso antes de volver a alzarse y que se entonara por última vez la Salve Marinera, esa que es la mejor muestra de devoción a la Virgen. Sonó la Salve y el Himno y tras las puertas del Carmen se encerraron 20 horas de espera y algo más de 4 de gloria carmelitana. Pasó el 16 de julio, el día grande de las fiestas de La Isla. (ISLAPASIÓN).