La Patrona culminó ayer la segunda de las etapas de sus peregrinaciones por las parroquias isleñas con motivo del 325 aniversario fundacional de su hermandad. Tras pasar toda la jornada con la visita de isleños en la Parroquia de la Divina Pastora, a las siete de la tarde comenzaba el rezo del Santo Rosario y posterior eucaristía en el templo pastoreño donde hermanos de las cuatro corporaciones se congregaban para despedir a la Patrona.
Antes de la despedida las hermandades, en manos de su párroco, el Rvdo. P. Luis Palomino, entregaron un pergamino enmarcado conmemorativo de esta visita. La Hermandad del Carmen hizo lo propio con el cartel enmarcado del aniversario que incluye -y así será con el resto de parroquias- una pequeña parte del terno restaurado de la Santísima Virgen, para que algo de la Patrona quede materialmente en los distintos templos isleños.
La Patrona ya sobre la parihuela comenzaba a enfilar la puerta que da acceso al templo desde la Plaza de la Pastora donde recibía toda la luz de la tarde. Comenzaba el segundo día de traslado que la llevaría hasta el barrio de la Bazán. En su recorrido una multitud de isleños. Aquí no había banda, no había paso y era lunes. No había excusas, la Virgen junto a su pueblo. La comunidad parroquial de la Pastora acompañó a la Patrona hasta la parte baja del puente de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder donde esperaba la comunidad parroquial de la Sagrada Familia. En el ‘trayecto pastoreño’ fueron las cuadrillas de la Pastora y las que portan los pasos del Ecce-Homo los que tuvieron el privilegio de portar a la Santísima Virgen del Carmen.
En el recibimiento de los parroquianos de la Bazán, al igual que se hiciera en 2018 con Jesús Nazareno, los piteros de la Hermandad del Rocío se unieron a las representaciones de las tres hermandades -Tres Caídas, Gran Poder y Rocío- en un camino que les llevó por el citado puente, Carretera de la Carraca y la entrada al templo por la puerta prinicpal. Allí, en el acceso al templo, se recibió a la Patrona con bengalas de colores -parece muy extendido su uso últimamente- ante el aplauso de los que allí se congregaban.
Ya en el interior del templo se cantó una improvisda Salve marinera, que no es más que el himno oficioso de La Isla y su mayor devoción mariana. Sin vivas preparados, sin aritificios, la devoción de verdad y arraigada en el pueblo como esa masa humana que la traía en volandas bajando el puente del Gran Poder. Así es esta devoción carmelitana en La Isla, arraigada y también silente cuando debe hacerlo como se pudo demostrar minutos después de la entrada en el templo con el rezo del Santo Rosario en el que quien quiso puso una vela a los pies de la Patrona acompañando a las oraciones.
La entrega de un detalle en forma de broche con la advocación ‘Rocío’ por parte de la hermandad rociera isleña cerró la jornada, la segunda, de un interesantísimo recorrido de la Patrona por su Isla, La Isla del Carmen.


