EditorialHermandad del Huerto

Cuando el adiós dolorido busca en la fe su Esperanza

Corrían los años noventa en el Colegio de La Salle. Entre jerseys de color rojo llamaba la atención un chaval de aspecto bonachón, alto de estatura y gran sonrisa. Lo conocía puesto que con un año de diferencia habíamos compartido momentos desde la guardería y en esos instantes también en las aulas de San Cristóbal y Real.

Antes que naciera ISLAPASIÓN y que nos encontráramos en los grupos jóvenes de las cofradías habíamos coincidido en los preparativos de la procesión de San Juan Bautista de La Salle, en la que no faltabas para portar la parihuela. Además aquella cara sonaba a Domingo de Ramos, junto a su hermano, con un incensario en la mano en la Hermandad de Columna. Y no solo al Domingo de Ramos, en otros muchos días de la Semana Santa como parte de aquellos cortejos que nos parecían enormes o ante María Auxiliadora con esclavina celeste o junto a la Divina Pastora.

Llegó la juventud y con ella la pertenencia a los distintos grupos jóvenes de la ciudad. Aunque siempre te recordaremos que un Martes Santo fuiste en el cuerpo de acólitos del Prendimiento tu lugar y tu casa fue el Huerto. Junto a ese nucleo de amigos que por edad algunos ya nos adelantaban y formaban parte de la Junta de Gobierno y junto a otros de la nuestra que fuimos viviendo mil historias junto a las hermandades, y fuera de ellas también.

Al principio algo más cortado, pero luego te fuiste ganando el corazón de todos esos que fuimos creciendo en las cofradías y que junto a ti formábamos un grupo de amigos que hoy seguimos manteniendo. Unimos cofradías, cuando las cofradías estaban más dispersas, ya que entre nosotros lo que primaba era pasarlo bien y disfrutar de las cosas que nos gustaban.

Llegó aquel año 2006 y aún te recuerdo llevando junto a tu familia aquella ofrenda como mejor regalo de la Coronación en el Triduo previo. De los que salen de la verdadera devoción entroncada. Después de aquel año vendrían muchos más, la subida a la Junta de Gobierno y ahora siendo el mayor defensor que la Caridad con el prójimo es sin duda una de nuestras señas de identidad. Ayer, al despedirte bajo la baja mirada de Gracia y Esperanza, a un lado el guión de Charitas y a otro la bandera de la hermandad con crespón negro. No se podía resumir mejor el paso por una hermandad que hoy está huérfana.

Pero tu ejemplo nos dijo que la vida no es para tomarla como sufrimiento, con mala cara. Para ti la vida, aún con todos los reveses posibles, siempre fue alegría y una sonrisa. Ayer sonó la marcha que siempre nos dijiste. Ayer ‘Esperanza de Triana Coronada’ fue la forma en la que nos volviste a recordar que incluso en los peores momentos simpre existe un resquicio para ver la vida en positivo.

Muchas cosas que poder decir, párrafos enteros de vivencias. Momentos que volveremos a recordar con una sonrisa cuando tu nombre sea parte de ellos.

Javier esta broma no te la podemos perdonar tan fácil. Esta mentirijilla, de las tuyas, se nos ha ido a todos de las manos y nos dejas con más dudas que de costumbre. Con muchas cosas que contarte y muchas más que vivir junto a ti como las que vivimos hasta el pasado sábado.

Hoy, en tu cumpleaños, te escribo esto, celebrando la vida y no la muerte. Hoy solo en esa Esperanza que fue tu devoción entre nosotros, encontramos la fe tras el adiós más dolorido que un día volveremos a encontrarnos. Y allí, seguro, con la capa y el capirote verde, volverás a estar preparado una vez más para abrirle la puerta a la felicidad hecha cofradía. DEP.