El Corpus en San Fernando ha llegado a un fin de ciclo. Y es que después de lo vivido en los actos de la semana del Corpus con una asistencia mucho menor que en años anteriores y un atractivo quizás a la baja por lo descuidado por parte de la Comisión Pro Corpus, la jornada del domingo, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo no fue más que otro reflejo de que hasta aquí se ha podido estirar un chicle que comenzaron algunos que ya no están.
Y es que el actual Corpus que vivimos tiene sus raíces en algunos años atrás, cuando existía un servicio de Protocolo del Ayuntamiento que se preocupaba y dedicaba por y para esta festividad, cuando había un Consejo de hermandades que luchaba decididamente por el Corpus y un Arcipreste que no solo acudía a una procesión a dar abrazos y saludos dejando a un lado el decoro necesario al acompañar por las calles a Su Divina Majestad.
Y ahora acaba todo. El Consejo de hermandades finaliza en tan solo unos días su mandato y entrará una nueva Junta Permanente. El Arcipreste en unos meses será cosa del pasado para San Fernando y tendremos a otro sacerdote -esperemos que al menos de los que acude al Corpus- en la cabeza de nuestra Iglesia local. Por parte del Ayuntamiento no se esperan cambios, la falta de implicación real con el Corpus es algo que se puede palpar en cada jornada.
Y es que ayer, domingo de Corpus, marcado en la mañana por la extraordinaria de San José y la diana floreada y la instalación de altares y alfombras dio lugar a una tarde desangelada, vacía. Quizás la tarde de Corpus con menor público que se recuerda en su formato vespertino -ya que aquellos experimentos de la mañana fueron más trágicos aún-. La tarde comienza a las seis en la Iglesia Mayor con la Solemne Función del Corpus. Una celebración religiosa que es el inicio de la procesión eucarística por las calles y que tiene en un alto porcentaje de asistentes, a los cofrades. Como la procesión. Sin estos el Corpus sería un ridículo cortejo.
Las calles encontraron una situación nada comparable con otros años. Público sí, pero en solo algunas zonas de sombra en la salida y parte de la calle Las Cortes. En la Alameda Moreno de Guerra la situación era cuanto menos preocupante. Preocupante para quien le preocupa el Corpus que al fin de cuentas deben ser muy pocos. A todo esto se le suma una lucha de egos en la organización del cortejo -junto con quienes lo conforman- que hacen que se vean situaciones cuanto menos, muy mejorable.
El recorrido es el que es, no tiene cambios, pero muchos otros elementos y decisiones podrían ser bastante mejorables. La colocación de los estandartes al finalizar la procesión para la bendición solemne deja mucho que desear. Al igual que la actitud de algunas representaciones.
La programación del Corpus llega a su fin, a falta de la entrega de premios y reconocimientos. Todo será bonito, abrazos y besos, pero nadie hará autocrítica del Corpus. Toca fin de ciclo, el Corpus toca fondo.



