¡Qué noche la de aquel Domingo de Ramos junto a Columna y Lágrimas en el barrio!
Sin duda esa será la frase que se repita en tertulias, corrillos y cuando dos o más cofrades de Columna se reúnan en los próximos años. Y es que nada falló. Ni las mejores predicciones pudieron imaginar nunca una noche como la de ayer junto a los Titulares de la Hermandad de Columna.
A la salida unas nubes copaban el cielo de la Plaza de la Iglesia y un viento frío que no gustaba a nadie. Pero todo cambió. Desde que la cofradía dejó atrás la Carrera Oficial el tiempo tornaba en inmejorable y la noche se quedaba perfecta para ver cofradías.
Con la llegada al barrio comenzaba la apoteosis de una hermandad que se gusta en cada esquina, en cada tramo que recorre y que desde la inclusión de la nueva túnica rezuma hermandad de barrio clásica por los cuatro costados.
Y así fue. El paso de misterio con un andar elegante, sin estridencias, sin brusquedades, marcaba el camino de lo que estaba por llegar. Y es que el palio de la Virgen de las Lágrimas es la medida perfecta. Andares cortos, sin perder la compostura, mimando cada centímetro de calle que se deja atrás. Es una delicia contemplar esas escenas en una noche que congregó a muchos cofrades junto a los pasos de esta cofradía.
Jorge Juan fue el punto álgido. Tanto en el paso de misterio con la Agrupación Musical Esencia que mejora año a año como en el paso de palio con la Virgen de las Lágrimas acompañada de marchas bien escogidas que mejor interpreta la Banda Enrique Montero de Chiclana.
Jorge Juan, San Pedro, el callejón y la recogida. No cabía un alfiler en cada momento de vuelta por el barrio hasta que se cerraron las puertas de la Iglesia Mayor.
Cuando los cofrades echen la vista atrás recordaran aquello de ¡Qué noche la de aquel Domingo de Ramos junto a Columna y Lágrimas en el barrio! (ISLAPASIÓN).