Hoy es Domingo de Pasión, aunque
nuestras vidas parecen que se han quebrado de forma letal por esta crisis
sanitaria que nos asola, nuestra fe sigue inquebrantable. Jesús del Ecce- Homo y María Santísima
de la Salud, siempre estarán presentes en nuestros corazones, pase lo que pase, estemos
donde estemos, cuando invoquemos sus nombres estarán entre nosotros.
De antemano este Domingo de
Pasión ya hubiera sido un día huérfano como todo sabemos, con esa proclamación
excelsa de Nuestra Semana Mayor que a buen seguro estoy ya resuena en los
confines de la tierra, pero hace pocas semanas una nefasta y aterradora crisis
sanitaria ha puesto en jaque a todo el mundo.
Aun así, a pesar de los pesares,
hoy es Domingo de Pasión, Domingo de Salud.
Hoy, no veremos el trasiego de
los cofrades con sus mejores galas, como marca los cánones establecidos, desde
primeras horas de la mañana por la arteria principal de la Isla; hoy, la
Mallorquina no tocará diana con sus primeros desayunos, para marcar los pulsos
de los cofrades en sus tempraneras funciones; pero hoy entre todas las cosas y
lo digo como lo siento,no bajará la Madre de Dios, Salud de los Enfermos, desde
su altar tan cañailla, para que le rindamos tributo como Madre Nuestra que así
la sentimos y la honramos sus devotos.
Hoy, el Barrio no deja de ser
menos barrio por ello, pero algo falta, hoy los cerrojos de las casapuertas no
se abrirán de par en par, para que se cuelen por sus zaguanes esa oreada de
aire fresco que nos trae la primavera; hoy, el sacristán del templo pastoreño
no abrirá al despuntar la mañana los cerrojos de esos verderones portones, para
la celebración de la primera misa dominical; hoy, no subiré calle arriba para
encontrarme con mis hermanos en el cancel de la puerta, como antesala para
llegar a tus plantas y verte escoltada por toda una corte de fieles querubines.
Hoy, no celebraremos tu Solemne
Función como fieles devotos tuyos, tiñendo la nave de tu templo de cordonería rojiblanca y blanquiazulados
escapularios marianos; hoy, no besaremos tu bendita mano donde descansa
el amor de todo ser humano; hoy, no se harán turnos de vela, para que tan solo
por unos instantes seamos nosotros quienes cuidemos de ti junto a tu fiel
compañero San Juan; hoy, no podré contemplar en el rostro de los más pequeños, cuanta
alegría desbordan al llevarse una estampa en sus bolsillos y saber que se
llevan a casa, tu bendición y esos ojos verdes que traspasan el corazón; hoy,
no podremos abrir esas puertas de Marconi para que el incienso haga corriente
de aire desde la sacristía hasta el Castillo volteando la veleta que ya marca
hacia levante.
Hoy, no podremos pasear por las
calles de esta Isla tan cofradiera, recorriendo como chiquillos cada uno de los
altares efímeros trazados de forma impecable por la mayordomía correspondiente;
hoy, el café de por la tarde no podrá ir acompañado de un ¼ de Roscos de la
Victoria que saben a gloria bendita y que nos acercan aún más al ansiado Domingo de Ramos.
Pero hoy, si es el día para que todos
juntos nos unamos en oración y te imploremos, estemos donde estemos, SALUD,
Madre Nuestra.
Salud, para tus fieles devotos. Salud,
para los numerosos profesionales hombres y mujeres que alejados de sus seres
queridos están dejándose la piel, para paliar esta crisis sanitaria desde su
cometido pertinente. Salud, para nuestros mayores que tanto te necesitan en el
ocaso de sus años, hoy más que nunca eres la visita deseada. Salud, para los
más desfavorecidos, que se aferran a tu rezo implorando tu auxilio, eres su
esperanza del mañana. Salud, para todos los voluntarios que durante estos días
entregan sus esfuerzos en una perfecta obra de misericordia, “Dios ama a quien
da con alegría”. Salud, danos salud para todos, Madre de Dios.
Hoy, si es el día, hoy te pedimos
por todos aquellos que ya caminan hacia la morada del Padre, acógelos Madre de
la Salud, intercede por ellos
ante Nuestro Señor, dales el descanso eterno en el paraíso celestial junto a
Jesús del Ecce-Homo.
Hoy más que nunca, será un
Domingo de Pasión diferente, pero hoy es el día, Domingo de unión, de
compromiso y, sobre todo, DOMINGO DE SALUD.
Ramón Cao Rondán