La decana del Domingo de Ramos regala una tarde-noche espectacular de cofradías junto a Columna y Lágrimas
130 años la contemplan. Una historia tantas veces repetida, tan añorada, tan demandada. El Domingo de Ramos no es lo mismo, no podría ser lo mismo sin los perfiles que dibujan estos penitentes de capirote de terciopelo morado. Y es que, como el aspecto a las seis y media de la tarde de la Plaza de la Iglesia, así, en esa forma de recibir multitudinaria a la hermandad, de esa forma se espera cada Domingo de Ramos el encuentro junto al Señor Atado y Flagelado y la Santísima Virgen de las Lágrimas.
Una hermandad viva durante el año, pero que al hacerse cofradía toma tintes entre la histórica corporación y la actual puesta en escena. Es lo mismo sin serlo cada año, como en definitiva la Semana Santa. Pero aquí se vive de manera distinta. Como el cambio de esas túnicas, el nuevo recorrido de este año, el andar de los pasos o el acompañamiento musical de ambos.
En una jornada radiante el cortejo se puso en camino para estrenar la nueva Carrera Oficial tras los pasos de la Hermandad de Cristo Rey. En la salida, algunos nervios, con el cortejo formado al completo en el interior del templo. Se abrieron las puertas y se fue tiñiendo de morado y blanco la Plaza de la Iglesia que, como decíamos, sumaba el primer lleno de la semana. El paso de misterio, imponente, se elevaba en el interior de la Iglesia Mayor en honor de la Patrona y su 325 aniversario. Ya en la calle, y al son de las cornetas y tambores -cambio en el estilo tras muchos años con agrupación- de la Caridad de Jerez el andar poderoso de la cuadrilla arrancó los primeros aplausos de la tarde.
El paso de palio, primorosamente exornado, salía a las calles a los sones de la Banda de Música de Enrique Montero un año más. Su cuadrilla, que volvió a demostrar el cariño con el que cuidan cada movimiento llevaba el último de los elementos que durante algo más de seis horas esta cofradía pone en las calles isleñas.
El nuevo recorrido quizás demasiado largo y por zonas poco acostumbradas por la hermandad será de análisis seguro en los próximos meses de cara a la procesión del 2024. Lo que no ha cambiado, ni va a cambiar, es el recibimiento de la hermandad al llegar a su barrio. Un barrio de la Iglesia Mayor que vibra especialmente con esta hermandad por encima del resto de corporaciones que la transitan y que se engalana también para recibirla.
A partir de las diez y media de la noche son muchos los que junto a los pasos, como una tradición, apuran las últimas horas del Domingo de Ramos, hasta que la Virgen de las Lágrimas, con su candelería encendida recorre el callejón Capataz Nicolás Carrillo y enfila su recogida.
De nuevo la decada del Domingo de Ramos abrió la primera de las jornadas en el barrio de la Iglesia Mayor, de nuevo Jesús Atado y su Madre de las Lágrimas volvieron a aglutinar todo el amor de sus hermanos y los cofrades isleños en una tarde-noche espectacular de cofradías.