Jesús del Gran Poder regresó a su Basílica tras tres históricas semanas recorriendo la ciudad
Fin de la misión. El Señor del Gran Poder está de nuevo en su basílica. Anoche puso punto y final a tres semanas que ya forman parte de la historia de Sevilla. Más de medio mes evangelizando la ciudad que ayer también se echó a la calle, en este caso las del centro, para verlo de nuevo. Por quinta vez salió a la calle en este otoño que ya lleva su nombre y su recuerdo. Aunque esta vez lo hizo más acompañado que en las veces anteriores. Más de un millar de cirios precedían al titular del Gran Poder, que desempolvó sus insignias para formar tramos de un centenar de hermanos aproximadamente. El tiempo de paso del cortejo fue de 45 minutos, haciendo que el público tuviera sensaciones cofradieras que la próxima primavera esperan repetir.
A las siete de la tarde salió de la Catedral, a la que llegó el viernes a medianoche tras un intenso y extenso traslado desde la parroquia de Santa Teresa. En su paso y con la túnica de los Devotos, esa que lleva en su interior el nombre de miles de fieles, emprendió ayer el último trayecto. El que le llevó a la Plaza de San Lorenzo tras pasar por la Avenida de la Constitución, el Ayuntamiento, la Campana o el convento de San Antonio de Padua, sede de la Hermandad del Buen Fin. Un recorrido bien diferente al de su regreso en las noches de Madrugada de cada primavera. Un camino especial por muchos y llamativos motivos y momentos.
Uno de ellos se produjo en la Plaza Nueva, ante las puertas del ayuntamiento de la ciudad. La Banda Sinfónica Municipal, que ya estuvo presente hace un lustro junto al Señor del Gran Poder, rompió el murmullo de la plaza, que presentaba un aspecto parecido al de las celebraciones de los equipos de fútbol de la ciudad. Un mar de cabezas rodeaba la estatua del rey San Fernando. Primero sonó Macarena, de Emilio Cebrián, cuando el paso discurría por el arquillo, que pronto colocará su belén navideño. El Señor avanzaba muy lento hacia las puertas del Ayuntamiento y los flashes de las cámaras ayudaban a los faroles a mostrar el rostro de la talla de Juan de Mesa. Enlazó la banda con la marcha Soleá dame la mano, de Manuel Font de Anta, mientras los capataces, la familia Villanueva, ordenaban una vuelta casi de 360 grados del paso sobre sí mismo. La comitiva, con monseñor Saiz Meneses y monseñor Asenjo presidiendo ante el paso, saludaba a los representantes políticos, que ofrendaban un ramo de flores. El oro de la canastilla y de los bordados de la túnica brillaba en la fresca noche. En las primeras filas, algunos devotos, los más tempraneros en llegar a la valla que delimitaba el público del recorrido, estaban visiblemente emocionados.
Si singular fue lo ocurrido ante el Consistorio, no fue menos lo acontecido en la esquina de las calles Rioja y Tetuán, donde un vecino reprodujo con potentes altavoces un trozo del pregón de la Semana Santa de 2016, pronunciado por Rafa Serna. Un momento que precedió a la llegada del Señor, al que le esperaba más intensidad en la Plaza de la Campana, convertida en final de una carrera oficiosa inversa. En este céntrico punto, del que parten las numeraciones de todas las calles de la ciudad, estaba la Banda de la Centuria Romana de la Hermandad de la Macarena. La popular formación musical interpretó hasta cinco marchas, empezando a tocar cuando el nazareno estaba en la calle O’Donell y terminando cuando se alejaba por una Plaza del Duque en la que sólo brillaban los semáforos. Las composiciones que sonaron fueron Soledad de San Pablo de Zueco Ramos, Señor de Sevilla de Jorge Martín Puerto, Defensión e Híspalis de Francisco Moraza y la Sentencia de Cristo de Manuel Pérez, más conocido como Tejera. La iluminación navideña compartió escena con la cruz al hombro del nazareno de San Lorenzo, que arrancó los aplausos durante los minutos musicales macarenos.
De ahí tomó la calle a la que da nombre y se introdujo en su barrio, dando un importante rodeo antes de llegar a su templo por calles como Becas, Lumbreras, Santa Clara, San Vicente, Marqués de la Mina o Alcoy. Pasando por lugares que están plagados de su rostro y su presencia todo el año y que a buen seguro lo han echado de menos durante estos 20 largos días de Santa Misión Evangelizadora en Tres Barrios-Amate. Algo que ya hizo en 1965. Para esos vecinos y para todos aquellos que lo visitan diariamente, el Señor ha vuelto. Abrazado a su cruz tras abrazar a miles de devotos por las calles de la ciudad que ha demostrado no cansarse de verlo.