Hermandad de la Divina Pastora

Vivas, pétalos y marchas acompañan a la Pastora en una espectacular noche de verano



Pasó un nuevo 15 de agosto. Y con esta jornada toda la explosión cofradiera de un sentimiento que se hace procesión en La Isla, el pastoreño. 

Y es que decir 15 de agosto en San Fernando es decir Pastora. La jornada está indisolublemente unida a lo que la hermandad letífica del barrio más cofrade pone en la calle y que se vive desde las primeras horas del día hasta el ya entrado día siguiente.

Había pasado la mañana y el mediodía. En el interior de la Iglesia de la Pastora aún no estaban sus hermanos. El calor en el exterior rozaba cifras veraniegas, de las que no se han dado en estas últimas semanas. Dentro, sobre el joyero que es su paso, la Virgen lucía de forma magnífica con los atributos propios y aquellos que fruto de la devoción han ido completando su ajuar y sobre un manto florido compuesto por nardos, rosas, orquídeas y lavanda que hacían un conjunto armónico no solo en lo estético sino también ante el olfato.

Pasadas las cinco y media de la tarde eran los hermanos costaleros los primeros en llegar al templo. Una vez conformadas las cuadrillas, y tras la foto de familia, el paso fue puesto en mitad del templo con todo listo para una nueva salida procesional mientras el resto de hermanos comenzaban a llegar a las dependencias parroquiales.

Todo era calma hasta que a las siete y media de la tarde se abrían los verdes portalones que dieron paso al cortejo pastoreño por la plaza que lleva el nombre de la Virgen. Otro año más algunos hermanos quisieron acompañar a la Pastora portando un cirio, curioso caso este que a diferencia de cualesquiera hermandad -penitencia o gloria- los mismos no recorren el camino completo sino una parte. 

Además de los hermanos con cirios las representaciones de las Salineras de la Feria del Carmen de 2019, las hermandades de Ecce-Homo y Huerto, asociaciones del barrio, del Ayuntamiento, el Consejo de Hermandades y los tres hermanos mayores de las cofradías pastoreñas de penitencia.

Cuando el cortejo estaba ya encaminado en la plaza en el interior del templo sonó por vez primera el llamador que anunciaba que el tiempo de espera había concluido. La primera levantá tuvo una dedicatoria especial, en este caso al Consejo local de hermandades y cofradías por la celebración de su 50 aniversario fundacional que finalizaba hace algunos meses.

El paso se levantó y ya solo quedaron algunos metros para el inicio de una tarde-noche espectacular en lo climatológico y que gracias a esto también dejó, como en la salida, momentos de menor asistencia de público que en años anteriores. 

En esta ocasión si sonó -como en el 2018- la Marcha Real para la salida de la Copatrona isleña a cargo de la Banda de Música «Enrique Montero» de Chiclana de la Frontera que no paró, salvo breves minutos, de interpretar marchas tras el verde manto de la Divina Pastora. Una formación musical que interpreta un variado repertorio muy acorde a esta procesión pero que no llega a ser la formación musical que encadila cada Domingo de Ramos en nuestra ciudad tras la Virgen de las Lágrimas. Las cosas del verano.

La delantera del paso recibía toda la luz de la tarde mientras recorría -con las primeras marchas y vivas- la plaza que llevan el nombre de la Virgen. Levantás dedicadas a hermanos que ya no se encuentran o a la Hermandad del Ecce-Homo en la calle que lleva el nombre del Hermano de Honor pastoreño, Alfonso Berraquero, que olía a Bonifaz en tiempos de la memoria. Allí, en la casa de hermandad del Ecce-Homo, la primera de una larga lista de petaladas al paso de la Virgen que se fueron sucediendo por todo el recorrido.

El paso por Capitanía y el encuentro con los ancianos que allí la esperaban. La subida de Murillo y el paso por Rosario con balcones engalanados. Las petaladas de Rosario y Colón con una luz que marcaba el final del momento más caluroso en lo climatológico pero que marca la vuelta al barrio de la Pastora tras un recorrido por la zona más céntrica de la ciudad.

Es llegar a la confluencia de Colón con Churruca y ya todo es distinto. Como os decíamos en este punto los hermanos con cirio se disuelven dentro del gentío, el cortejo se acorta quedando en una mínima expresión de Cruz parroquial, presidencia, cuerpo de acólitos y paso. La Virgen vuelve a su barrio y sus devotos la acompañan desde las aceras.

La calle Ancha se recorre de forma presurosa, ya no es como antaño que la Virgen tenía en este lugar momento para lucirse de forma exagerada. Ahora los tiempos son otros. Esta parte se intenta recorrer -como la primera parte del recorrido- sin perder ni un minuto para llegar a la última parte con tiempo de sobra para deleitarse con la Virgen en cada metro del recorrido.

Al final de Ancha, tras las marchas, esperaba este año sí el Coro Virgen del Carmen que interpretó sus canciones a la Virgen así como incorporó este año tras la última letra una petalada artificial. Las muestras de cariño a la Virgen son variadas y esta era otra de las que se pudo ver ayer.

Ya en este punto todas las mirabas, y todos los corazones pastoreños, esperaban la llegada al callejón San Miguel, epicentro devocional y el lugar más esperado del recorrido. En una calle engalanada para la ocasión no faltaron los vivas, los pétalos y los versos de Samuel Sánchez que en esta ocasión fueron dedicados al Pastorcito Divino, como faro de la fe pastoreña.

Ya en este punto todo el fervor pastoreño estalla sin medida. Una petalada inmensa a la Virgen antes de abandonar el callejón San Miguel y los vivas a la Virgen que en ocasiones parecer forzados o demasiado reiterativos en comparación con años anteriores.

Quizás tras San Miguel y el paso por Méndez Núñez -una calle coqueta y ganada para el gusto cofrade- el paso por el último tramo de la misma y Bonifaz se hace muy desangelado. Casi sin puntos de luz en este tramo y con el panorama urbanístico del entorno se hace un lugar poco propicio para ver a la Divina Pastora.

En cambio en la calle Marqués de la Victoria sus vecinos redoblaron esfuerzos y este año lucía con más exornos que de costumbre. Allí seguían sonando las marchas, los vivas, y el gentío que acompañaba al dorado paso de la Copatrona que ya buscaba, con un considerable adelanto horario, su entrada en la Plaza de la Pastora.

La anual cita con la familia Sirviente y las últimas marchas dejaban, ya en 16 de agosto, los últimos momentos de disfrute junto a la Virgen en la calle. El paso volvía a pisar el frío mármol pastoreño mientras sus hermanos entonaban la Salve. Los últimos vivas, las emociones desbordadas. Así finalizaba un nuevo 15 de agosto en pastoreño modo. 

Ahora, desde hoy, las tertulias analizarán cada levantá, cada marcha, cada momento, e incluso esta crónica en la que difícilmente podríamos enumerar cada una de las vivencias ocurridas ayer junto a la Divina Pastora en una espectacular noche de verano de vivas, pétalos, marchas y sentimiento pastoreño en La Isla. (ISLAPASIÓN).