Distancia de seguridad, aforo limitado, mascarillas, feligreses en el patio interior, gel hidroalcohólico en la entrada, un coro solo con voces masculinas, sin ofrendas, y con una sensación muy distinta. Así podríamos tener la visión de un nuevo Triduo a la Divina Pastora, si viéramos los elementos superfluos. Pero es que los actos de culto en nuestras hermandades son mucho más, y hoy también se ha visto.
Son mucho más que todo eso, es sin duda, la devoción a la Santísima Virgen que puede con todos esos obstáculos que este 2020 ha puesto en el Triduo que cada 12 de agosto abre los verdes portones pastoreños para que una devoción centenaria acuda a las plantas -este año más baja aún- de la Pastora Divina.
Así se ha llevado a cabo este primer día de Triduo, con sensaciones encontradas, hasta con un pequeño viento fresco que no es propio de estas jornadas.
El rezo del Santo Rosario a las siete y media de la tarde dio paso al rezo del Triduo a la Virgen y una posterior eucaristía presidida por Fray Emilio Rodríguez Sosa OFM del Convento de los Padres Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda.
Una homilía con una cercanía a la Virgen que seguro tendrá en los dos próximos días una continuación más profunda pero con el mismo cariño al hablar de la Madre de Dios.
Tras la celebración de la eucaristía se ha llevado a cabo, en esta primera jornada dedicada a la Ciudad y al Consejo de hermandades, a la entrega de los diplomas a los hermanos que cumplen 25 años dentro de la nómina pastoreña. (ISLAPASIÓN).