Tres voces cantan la gloria nazarena en sus primeros 250 años de historia
250 años y algo más que tres voces. 250 años y un pregón de envergadura. 250 años y Jesús Nazareno. Se planteaba difícil la tarde-noche. Resumir en algo más de dos horas las vivencias, los momentos y los sentimientos hacia el Regidor Perpetuo parecía cosa difícil.
Pero para ello estaba un plantel nazareno y pregonero. Un texto a tres voces que consiguió lo que se pretendía. Junto a las marchas interpretadas por la Banda de Música de la Hermandad del Nazareno, las voces del Coro San Juan de la Cruz y los acompañamientos a piano y violín los pregoneros Ricardo Olmedo, Antonio J. Campos y Antonio Alías pusieron el resto.
El Pregón comenzaba con una breve introducción a cargo de Antonio Campos con un acompañamiento a piano que dio paso a la interpretación de la primera marcha procesional “El amor crucificado” de David Hurtado por la banda de música de la hermandad.
Tras esto la primera parte del Pregón a cargo de Ricardo Olmedo que repasó, como si de una historia que bien conocen los isleños se tratara, los orígenes de la hermandad de la madrugada del Viernes Santo, la leyenda del Mesón del Duque, los vaivenes de la hermandad décadas después y un remate, a modo de carta escrita hace 250 años, que culminó la circunferencia: el origen y el ahora.
Con el Adoramus te Christe de Théodore Dubois prosiguió el acto que entró en su segunda parte, la dedicada a la Virgen de los Dolores, que tuvo como previa la interpretación de “Mater Mea” de Ricardo Dorado antes que Antonio Campos volviera a subir al atril del Teatro de las Cortes para recitar una miscelánea de pregones a la Virgen que se han ido escuchando en la Iglesia Mayor en las últimas décadas.
Un compendio de prosa y verso de distintos hermanos nazarenos que finalizó con el canto del Ave María de Händel con la voz de la soprano Lola Martínez y el acompañamiento de Maite Corada al órgano y Jaime Calderón al violín.
Y de aquí a la tercera y última parte del pregón. La historia, la Virgen de los Dolores… y faltaba Jesús Nazareno. Pero antes sonó “Nuestro Padre Jesús” de Emilio Cebrián como perfecto preparativo a la voz de Antonio Alías. Un Antonio Alías que volvía a subirse al atril pregonero para vaciarse como suele hacerlo. Para hacerlo en ese modo tan particular. Combinando la voz, la prosa, el verso, la música y las personas. Ya que Jesús Nazareno son en definitiva todas las personas. Y eso es lo que quiso dejar plasmado Alías de la Torre en su intervención.
Una intervención que dividió en tres partes. La primera titulada “Nazareno: ¿quién te hizo?…” en la que el pregonero visitó a ese autor desconocido que tallara la figura del Regidor Perpetuo deleitándose en el momento que las musas le insuflaron el arte necesario para tallar tan bella estampa. Preciosa recreación y un homenaje a quien dejó tan valiosa herencia.
Ya en la segunda parte “Nazareno: ¿dónde estás?…” Alías hizo un alegato de fe incontestable que fue muy aplaudido por el público. Un cara a cara con la sociedad actual pintando -y es que es lo que tienen los artistas- la cara a políticos y mediocres tiranos contrarios a nuestra fe. Y es que si es por poder, los cristianos podemos. Ese fue el leitmotiv que siguió esta segunda parte y que, como decimos, fue muy aplaudido por el público.
En la tercera y última parte de su intervención, que Alías tituló “Nazareno: ¿tú qué quieres?…” el pregonero se vació en el atril. Primero un recuerdo a la peregrinación del pasado mes de junio. Un recuerdo al capataz de su cuadrilla, Javier Padillo, y a esos gestos de cercanía que el Regidor Perpetuo tuvo con tantos y tantos isleños en cada uno de los barrios por donde pasó. Tras esto, el remate final. “Soy nazareno” repetían las voces de los niños y las palabras de cofrades que fueron llenando el proscenio.
“Soy nazareno” repetían mientras las voces lo repetían a coro y los versos de Antonio Alías seguían in crescendo de intensidad y calidad rematados con “Por cristiano y por cofrade, / por cofrade y por isleño, / soy nazareno Padre, / soy nazareno Padre, /¡yo, por ti, ¡soy Nazareno!.
Y así terminaba el Pregón. O no. Quedaba la entrega de recuerdos a los participantes y un punto final. El remate que hace pespuntear los corazones nazarenos. Una armonía que se tatarea en la mente. Una marcha, un himno, “Jesús Nazareno” que fue interpretado con su letra, la que escribiera Antonio Alías en 2010.
Y así finalizó. Y así quedará guardado para la historia. 250 años cantados por tres voces, 250 años de gloria nazarena. (ISLAPASIÓN).