Seis horas para poner el colofón extraordinario y multitudinario al 250 aniversario nazareno
250 años de historia. Dos siglos y medio de vivencias nazarenas en La Isla. Cuando esta ciudad crecía en sus primeros años como elemento independiente a Cádiz surgía, de entre sus habitantes, la idea de formar una hermandad impulsada por comerciantes del norte llegados a La Isla.
Y es por ello que desde entonces San Fernando tiene en su ADN particular un poquito de ese morado nazareno que va recorriendo décadas y siglos hasta nuestros días. Un poquito de ese morado nazareno que se repartió en cada levantá, en cada paso, en cada mirada de fe al Regidor Perpetuo de La Isla en la procesión extraordinaria que ha servido de brillante y multitudinario colofón a esta efemérides.
La previa
Desde pasadas las siete de la tarde los primeros hermanos del Nazareno comenzaban a congregarse junto al primer templo de la ciudad. Jornada veraniega, tarde de sol abierta, todo es distinto a esas noches de primavera –madrugada de Viernes Santo- que con el morado hábito estos mismos hermanos buscan la confluencia de la calle Real con el templo de los gemelos campanarios.
El templo vacío y miradas entrecruzadas. La de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores. Frente por frente. El Señor de La Isla en su paso junto a su altar y frente a este el antiguo con el que tantas veces procesionara presidido por la Madre de los Dolores.
No pudo ser que ambos Titulares salieran en esta jornada por lo que la Santísima Virgen deberá aguardar, quizás algún tiempo más, si es que culmina la áurea ilusión nazarena. Todo debe esperar.
Pasan los minutos y comienzan a llegar miembros de la Junta de Gobierno y hermanos cargadores que hoy no se dividirán en dos cuadrillas sino que son una misma para ser los pies de Jesús Nazareno.
Organizar el cortejo con las representaciones en el callejón de la Soledad, las fotos de rigor junto al paso y en un vistazo al reloj ya solo faltan algunos minutos para abrir las puertas del templo.
La salida
Algunos minutos después de las nueve de la noche se abrían las puertas de la Iglesia Mayor. Tras un retraso en la finalización de la misa de ocho en el primer templo de la ciudad el cortejo comenzaba a incorporarse por dentro del cancel hasta la rampa que da acceso a la calle Real.
Se abrieron las puertas de la Iglesia Mayor y la Plaza de la Iglesia se encontraba atestada de fieles. Es Jesús Nazareno. Ese mismo que sale cada madrugada o el que durante este año ha ido a visitar a La Isla en cada uno de sus barrios y rincones.
Las miradas se clavan. El cortejo sigue saliendo y dentro se escucha por vez primera el llamador resonar. Es un golpe seco, la primera levantá –que la da la alcaldesa de San Fernando que no aguantó el recorrido oficial sino que se marchó mucho antes- va dedicada por todos los niños de La Isla. El barco color caoba se levanta en el templo y enfila el dintel.
Como siempre la complicada maniobra –por la estrechez del paso y la altura de la cruz- dan paso a la luz de la tarde que va muriendo en los reflejos en la tez de Jesús Nazareno. Suena el Himno y tras este la Banda de Música de la Hermandad del Nazareno –que acompañó musicalmente en la primera parte del recorrido- interpreta ‘Jesús Nazareno’. Algo más que una marcha, algo más que un himno en esta hermandad. El tiempo se para y los aplausos se suceden. Jesús Nazareno de nuevo en la calle.
Y desde aquí todo lo que se pueda decir es poco. Calles atestadas de público. El calor que se mezcla con el olor a incienso que va perfumando la llegada del Regidor Perpetuo. Jesús Nazareno recorriendo la calle Real para introducirse en la primera parte de un recorrido algo más oficialista.
El recorrido oficial
Si ayer dividiéramos en varias partes el recorrido seguramente lo más habitual sería hacerlo en dos. La primera tras la salida el paso por las calles del margen derecho de la calle Real, las más céntricas de la ciudad y en las que acompañaron las representaciones y la otra una vez se llegó a Real y se cambió de margen para ir por las calles del barrio de la Iglesia Mayor.
En esta primera parte, la del recorrido que llamamos más oficial, destacó el paso por la calle Las Cortes quizás la que menos gente congregó; aunque huelga decir que muchísimo más público que con cualquier otra procesión por esta calle.
La bajada de 24 de septiembre en esas calles algo más estrechas donde la mole barroca parece no entrar, no girar entre las calles, pero lo hace, lo hizo de forma pausada, con una carga elegante como la que se viene dando bajo Jesús Nazareno en los últimos años. Atrás quedaron los pasos picados, las exageraciones, el sinsentido. Ahora todo es dulzura bajo los palos del Hijo de Dios.
Otro de los aspectos que la hermandad tenía previsto para esta jornada –y así se hizo- fue la lectura de dos sermones como se hacía antiguamente en la procesión de la madrugada del Viernes Santo. Estos fueron pronunciados por el Rvdo. P. Gonzalo Gómez Zaragoza, hermano de esta corporación, en la calle González Hontoria y posteriormente al final de la calle Murillo antes de la confluencia con las curvas de Capitanía.
Pero habíamos dejado a Jesús Nazareno subiendo González Hontoria. Ya la luz de la noche se mezclaba con el verdor oscuro del arbolado de esta calle. Marchas más profundas, solemnes, más acordes para el acompañamiento de una banda de música de un paso como el de Jesús Nazareno.
El público esperaba en las aceras y así se fue recorriendo la parte alta de la calle hasta llegar a Constructora Naval y la bajada pronunciada que dejaba el paso ya encarando la calle Murillo. Una calle Murillo repleta –como el resto del itinerario- de público que no dudó en ver, en la confluencia con Rosario, una gran petalada mientras se interpretaba ‘A ti Manué’ una de las marchas clásicas que sonaron en la noche.
Murillo, Cardenal Spínola y Diego de Alvear para volver de nuevo a Real. Si bien estos momentos previos a desembocar de nuevo en la calle Real, gracias a la amplitud de la calle, hicieron que el cortejo pudiera transitar algo más sosegado con la llegada de nuevo a la arteria principal de la ciudad el público volvía a no dejar ni un hueco libre, eran los últimos momentos de esta parte del recorrido.
Últimas marchas también para la Banda del Nazareno que completaba, antes de llegar al antiguo Mesón del Duque de nuevo con ‘Jesús Nazareno’ un muy buen acompañamiento musical. En esta parte, como hemos dicho, se despedían las autoridades y las representaciones de hermandades así como se incorporaban los músicos de Lágrimas de Dolores, a los que se les esperaba.
Pero en el Mesón del Duque y como punto de inflexión entre recorridos quedaba aún un momento clave por vivir. Los versos de Antonio Alías recordaban aquella leyenda de la procedencia de Jesús Nazareno y cuatro fandangos en la voz de Carolina Castilla anticipaban lo que estaba por llegar.
El paso se levantó y sonaron los primeros sones de Lágrimas de Dolores. Los aplausos se sucedían y el paso comenzaba con ese andar más característico de la madrugada al son de marchas de agrupación musical.
Jesús Nazareno: un barrio y toda una ciudad a sus plantas
Y es que cuando el paso giró de Real a Almirante Cervera todo fue un poco distinto. Atrás quedaron las notas de ‘La esencia de un barrio’ la marcha que parecía adelantar lo que pasaría más adelante.
Se abrió el tarro de las esencias y Jesús Nazareno volvió a reinar en su barrio. Tanto es así que la Policía Nacional –junto a efectivos de Protección Civil- tuvieron que ayudar a la hermandad para poder pasar por algunas calles del barrio.
En Almirante Cervera el cante de Manuel Lucas con el solo acompañamiento de una guitarra, se sucedían las marchas una tras otra sin solución de continuidad. Incluso, en algunos momentos llegaron a encadenarse hasta dos y tres marchas seguidas.
Las saetas que no faltaron a la cita. Esos ¡qué guapo eres! que salen de dentro cuando se ve pasar a la vera a Jesús Nazareno. La devoción de todo un pueblo desde hace dos siglos y medio.
Un barrio volcado con petaladas, versos, vivas y un sinfín de miradas que se clavan en quien es Regidor Perpetuo de San Fernando y que ayer volvió a revalidad en el tiempo su magnificencia sobre nuestra ciudad.
De entre el amplio repertorio de marchas interpretadas por Lágrimas de Dolores destacar un popurrí de marchas clásicas que se interpretó en la subida de la calle San Nicolás. Menuda subida de la calle San Nicolás. Sin descomponer el paso desde que se entró en la calle, trepá a trepá, marcando el ritmo que el cortejo dejaba, pero con esa cadencia tan sencilla pero a la vez tan difícil de no descomponer nada, todo en su justa medida.
Ya en la calle Real y viendo el ligero retraso horario de la procesión –la Cruz de Guía debió llegar a las 2 de la mañana a la Iglesia Mayor y cruzó el dintel 15 minutos tarde- se intentó no recrear demasiado en cada una de las trepás. Últimas dedicatorias de las levantás, últimas marchas, últimos suspiros.
Jesús Nazareno llegaba a la Iglesia Mayor cuando las manecillas del reloj del primer templo marcaban las tres de la madrugada. Habían pasado, como en un suspiro, seis horas junto al Regidor Perpetuo en un horario tan diferente al habitual.
Seis horas que dieron para mucho pero supieron a poco. Todo el tiempo junto al Regidor Perpetuo sabe a poco.
Ahora habrá que esperar a una nueva madrugada de Viernes Santo. Entró el paso y las patas volvieron a besar el frío mármol en la cálida noche de verano.
¡Vaya noche de verano Nazareno! A por otros 250 años más. (ISLAPASIÓN).