La devoción a Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad se materializa cada Lunes Santo en su cortejo, especialmente tras el primero de los pasos de la hermandad. Pero ayer, con un Lunes Santo muy distinto, se vio que no es cosa de pasos, bandas y cargadores. También con un programa de actos de culto y unos Titulares expuesto a la veneración de los fieles, la devoción fue palpable durante todo el día.
Las puertas de la Iglesia Mayor se abrían a las ocho de la mañana para comenzar ese peregrinar de hermanos y devotos ante Jesús Cautivo y Rescatado y la Virgen de la Trinidad y con ello la programación prevista por la hermandad en esta jornada. Los actos de la mañana se desarrollaron entre una oración trinitaria, un acto penitencial y la misa de hermanos con la que finalizaban los primeros actos. Durante el mediodía el templo permaneció abierto y el reguero de fieles era constante.
A partir de las cinco y media de la tarde se cerró al público la veneración y se comenzó a preparar el Vía-Crucis reservado para los hermanos de la Archicofradía. Momentos íntimos de oración en un templo que se completó con el aforo permitido y que sirvió de reflexión ante los Titulares que durante toda la jornada se mostraban sobre sendas parihuelas en el presbiterio de la Iglesia Mayor. En este acto además la Cruz de Guía de la corporación remataba esta escena.
Tras el rezo del Vía-Crucis y hasta cerca de las nueve de la noche las colas seguían alargándose hasta la confluencia con la calle San Nicolás. Y todo esto con un ritmo de la visita a la Iglesia Mayor bastante rápido. La devoción, volvió junto a los Titulares de Medinaceli, en un Lunes Santo interior.