Los Reyes Magos regaron La Isla de ilusiones, regalos y caramelos
Un nuevo 5 de enero los Reyes Magos de Oriente volvieron a visitar San Fernando y lo hicieron regando de ilusión a los más pequeños que no quisieron perderse esta cita que es sin duda uno de los días grandes de la ciudad.
Una jornada que comenzaba a las diez de la mañana con la apertura de las puertas del Estadio Iberoamericano de Bahía-Sur, que se quedó pequeño para albergar a todos los isleños que quisieron acercarse para ver la llegada en helicóptero, a las once de la mañana, de Sus Majestades de Oriente. Una llegada que contó con el saludo de los mismos así como con una vuelta completa al estadio junto al Heraldo Real, la Estrella de Oriente y los séquitos de los cinco mágicos personajes.
Tras el paso por Bahía-Sur se montaron en el Bus Real para recorrer buena parte de los barrios y calles de San Fernando donde fueron saludando muy de cerca a cada uno de los niños de La Isla.


Ya a partir de las seis de la tarde, y tras un descanso de Sus Majestades, comenzaba en la Avenida Constitución la Cabalgata de la ilusión. Trece carrozas conformaban este cortejo que partía en dirección a la calle Real a través de la calle Luis Milena.
El cortejo lo abría un conjunto de figuras con motivos astrales y que precedía a la Estrella de Oriente que no dudó en saludar y tirar muchos caramelos al son de la música. La segunda carroza representaba a los propios Reyes Magos a la que seguía una tercera en la que se podía ver un Nacimiento.
Así se iban completando con otras carrozas con motivos navideños que se engarzaban entre la carroza del Heraldo Real y la de los Reyes Magos que antecedían amplios séquitos.
En el panorama musical el acompañamiento al Rey Melchor por parte de la Banda de Sus Majestades los Reyes Magos que no es otra que la versión para esta jornada de las cornetas y tambores de Jesús Despojado, así como la charanga de Baltasar que animó mucho todo el recorrido.
Toneladas de caramelos y de ilusión que fueron repartidos por La Isla hasta la llegada al Castillo de San Romualdo donde Sus Majestades adoraron al Niño Jesús antes de ofrecer el último de sus mensajes y retirarse a sus aposentos para comenzar una larga noche entregando regalos por las casas de San Fernando.
