Hermandad de la Divina Pastora

Los pastoreños conmemoraron los diez años de la Coronación con una jornada plena de sentimientos



Los pastoreños se habían despedido algo más de las diez y media de la noche de la Divina Pastora dejándola a buen recaudo entre las paredes del convento de las Madres Capuchinas. Allí la Virgen, tras un cambio en la saya que lucía, quedó junto al altar mayor en un lugar visible para estas monjas de clausura en sus rezos tanto de la noche como de la primera hora de la mañana. 

Eran las ocho y media de la mañana y se volvieron a abrir las puertas del templo conventual para que fieles y devotos contemplaran a la Santísima Virgen antes de la eucaristía de nueve de la mañana. La misma oficiada por el Rvdo. P. José Francisco Piñero Serván -quien fuera párroco y director espiritual de la hermandad pastoreña en su Coronación- fue el preámbulo de una nueva salida de la Virgen.

Los actos del fin de semana, organizados por la Junta de Gobierno de la hermandad, querían ser una acción de gracias por los diez años que se cumplirán el próximo 1 de noviembre de la Coronación de la Divina Pastora.

Todo estaba previsto y el único inconveniente para los hermanos pastoreños venía en forma de posible precipitación en las primeras horas de la mañana. A las nueve y media cayeron algunas gotas en el centro de la ciudad pero en ningún momento peligró la salida de la Virgen hacia la Iglesia Mayor. La salida del cortejo -al que acompañaron representaciones de las hermandades con carta de hermandad con las Capuchinas: Expiración y Medinaceli- se produjo minutos antes de las diez de la mañana y se realizó con un paso presuroso.

La Virgen que lucía la saya rosa y el manto celeste se pudo ver con las primeras luces de la mañana en unas estampas que recordaron al rosario de la aurora en el año 2007. La Titular pastoreña fue portada por los hermanos costaleros así como fieles y devotos en general al igual que en la jornada de ayer en su traslado a las Capuchinas.

En la calle García de la Herrán, antes de enfilar a la plaza de la Iglesia, la Pastora pasó por un lugar engalanado para la ocasión con guirnaldas y colgaduras. Una petalada en este punto despidió a la Divina Pastora antes de su entrada en el primer templo de la ciudad.

En las puertas de la Iglesia Mayor el total de las siete hermandades que tienen en este templo su sede canónica recibieron a la corporación pastoreña acompañados de sus respectivas banderas. Antes de entrar en el templo la priora de la Orden Servita entregó a la Divina Pastora una ofrenda floral en nombre de las siete corporaciones.

La Virgen entró entre aplausos en la Iglesia Mayor y accedió al altar mayor en el que quedó situada en un lateral. La entrada en el templo se adelantó al menos unos diez minutos sobre el horario previsto por la hermandad obligado por ese ritmo algo más acelerado del cortejo por la probabilidad de lluvia en estas horas de la mañana.

La celebración eucarística también dio comienzo con algunos minutos de adelanto sobre el horario previsto. Los bancos de la Iglesia Mayor se llenaron para esta eucaristía que servía como acción de gracias por los bienes recibidos por la hermandad desde su Coronación. 

La Solemne Función estuvo oficiada por el Rvdo. P. Juan Enrique Sánchez Moreno, delegado episcopal para las hermandades y cofradías de la Diócesis de Cádiz. Además acompañaron en la celebración el Rvdo. P. Alfonso Gutiérrez Estudillo, arcipreste de la ciudad, y el Rvdo. P. Jesús Guerrero Amores, párroco de la Iglesia Mayor.

En su homilía el sacerdote linense quiso recordar la jornada de la Coronación de la Divina Pastora y aseguró que “la Madre del Buen Pastor nos pide que hagamos lo que Él nos dice” así como reflexionó sobre el Señor que “amplía nuestra mirada para que comprendamos la justicia divina y hagamos nuestros los sentimientos de misericordia y amor de Dios Padre”. También invitó a las hermandades y cofradías a sentirse hijas de la Iglesia como “trabajadoras en la viña del Señor y corresponsables en llamar a muchos bautizados que se han olvidado de la llamada de Dios a colaborar en la tarea de la evangelización”. Finalizó afirmando que “no se puede decir que alguien es católico si no es practicante ya que Dios nos llama a todos a asumir nuestra tarea y misión”. 

Antes de finalizar la eucaristía los hermanos mayores de las cofradías de la Iglesia Mayor subieron al altar mayor para obsequiar a la hermandad pastoreña con una placa en recuerdo de la visita de la Divina Pastora al primer templo de la ciudad. El hermano mayor de Medinaceli, Eduardo Coto Martínez, tomó la palabra en nombre de las siete corporaciones para asegurar que “las puertas de esta iglesia estarán siempre abiertas para la Pastora”. El hermano mayor de la Divina Pastora, Juan José Romero Ruiz agradeció este gesto de las siete cofradías así como la acogida en la jornada de hoy.

La eucaristía finalizó con el canto de la salve pastoreña que inició el camino de regreso de la Divina Pastora a su templo. La parihuela -portada por cofrades de las hermandades de la Iglesia Mayor- recorrió los altares de la nave lateral parándose en todos ellos: San José, Soledad, Trinidad y Nazareno. 

Desde este último altar hasta el mismo dintel del templo. Aquí y cuando la parihuela comenzaba a salir la Banda de Música “Enrique Montero” de Chiclana de la Frontera interpretaba los primeros compases del Himno Nacional. Esta vez, a diferencia del 15 de agosto, la Santísima Virgen si escuchó las notas del himno en una marcha atrás en la decisión tomada por la junta ante el descontento de fieles y devotos de la Santísima Virgen.

Tras la salida y con un exquisito repertorio de marchas la Divina Pastora volvía por la Plaza de la Iglesia para continuar por la calle Rosario en dirección hacia su barrio. En la confluencia de Rosario con Murillo una petalada organizada por mujeres de la hermandad levantó los primeros aplausos. En esos momentos eran las propias pastoreñas las que portaban a la Virgen.

Desde Rosario a la calle Colón para bajar a los sones de “Margot” en un mediodía que aunque con un sol que iluminaba la cara de la Divina Pastora en ocasiones se solapaba con algunos frentes nubosos. El cortejo prosiguió por Colón para continuar por Escaño hasta la intercesión con la calle Maldonado. En esta calle, y recordando también el paso hace diez años, los cofrades del Ecce-Homo habían engalanado su casa de hermandad para el paso de la Virgen. En los primeros tramos de la calle cayeron unas pequeñas gotas que hicieron que el paso se apresurara aunque no deslució en ningún momento la petalada que desde la propia casa de hermandad los cofrades del Lunes Santo ofrecieron a la Pastora. 

No iba a ser esta la última muestra de cariño en forma de petalada que recibiera la Divina Pastora puesto que en la calle Marconi, antes de enfilar los últimos metros hasta el templo pastoreño, los jóvenes de la hermandad ofrecieron en forma de pétalos de rosa una ofrenda por los diez años de la Coronación. 

La Virgen había llegado con bastantes minutos de adelanto sobre el horario previsto. Las mujeres de la hermandad portaban la parihuela y se ejecutaba la maniobra para entrar en el templo. En estos momentos volvieron a caer algunas gotas, casi insignificantes, que hicieron que el cortejo se resguardara en el templo y que la Virgen entrara directamente. Cuando ya la Divina Pastora se encontraba en el interior de la iglesia, y entre los aplausos y vivas de los pastoreños, comenzó a llover de forma contundente.

De nuevo, y como pasara en la noche previa a la Coronación, la hermandad volvió a librarse por muy poco de la lluvia que solo estuvo presente en forma de pétalos para la Divina Pastora en su recorrido. 

Las lágrimas de los hermanos de la Pastora ya en el templo recordaban las de diez años antes, quizás porque no podía faltar nada para recordar aquel momento. Diez años han pasado pero la Divina Pastora como aquel día volvió a ser epicentro de devociones que llegaron hasta el mismo centro de la ciudad en una jornada que quedará para la historia. (ISLAPASIÓN).