En la tarde de ayer los hermanos de la Soledad dieron comienzo al Triduo en honor de la Santísima Virgen de la Soledad que se alargará hasta el próximo 1 de noviembre, jornada en la que celebrarán la Solemne Función Principal de la corporación del Viernes Santo.
La Virgen de la Soledad -tras dos años de pandemia- vuelve a presidir su Triduo a los pies del presbiterio en el tradicional altar de cultos. La Santísima Virgen se presenta con cruz y sudario blanco sobre fondo rojo sangre, representando el sufrimiento de todas las familias que han padecido de cerca el dolor por la pandemia del coronavirus.
Igualmente los hermanos de la Soledad han querido homenajear en su altar de cultos a los mayores, mediante las imágenes dieciochescas de San Joaquín y Santa Ana.
Nuestra Señora de la Soledad permanecerá en veneración durante toda la jornada del día 1 de noviembre, al igual que, en el altar de los Titulares, estará expuesta en veneración la reliquia ósea de San Juan Grande en su nuevo relicario. El relicario ha sido realizado por el orfebre Olmo Quiros en metal plateado y lo remata la granada con la cruz que es el anagrama de la orden hospitalaria San Juan de Dios a la que perteneció San Juan Grande.
Para la ocasión, la Virgen luce saya y manto morado, realizada por la camarista de la Virgen María Ángeles Arce Cobos con diseño de Juan Guerrero Pérez. Estrena un cuello de encajes de guipur con mezcla de tul bordado con punto de aguja de la segunda mitad del s. XIX, donado por Antonio Pérez Román y María del Carmen Vila Fernández. En el altar de los titulares estará expuesta durante todo el triduo, una reproducción de las Indulgencias concedidas por el Papa Pío VI a todos los hermanos de la corporación en 1783.
Las celebraciones eucarísticas son oficiadas por el Rvdo. P. Francisco José Aragón Calderón, vicario parroquial de la Iglesia Mayor parroquial.