La Patrona se trasladó a la Iglesia Mayor para participar el domingo en el Corpus
Al fin se pudo realizar. Y es que lo que vivimos ayer con el traslado de la Virgen del Carmen a la Iglesia Mayor es sin duda el final de una historia larga y con numerosas piedras por el camino. No lo ha tenido fácil la Junta de Gobierno del Carmen desde el inicio de planificar su participación en el Corpus puesto que la primera de las piedras llegó con la negativa a hacer este traslado en la jornada del sábado, previa de Corpus, como ha sido tradición en los últimos años.
Esta negativa proveniente de la agenda de la administración parroquial de la Iglesia Mayor no encontró en el presidente de la Comisión Pro Corpus -a la sazón Arcipreste de San Fernando- la ayuda necesaria para reconducir un asunto que no debía tener más dificultad. Pero parece que sí. La opción del traslado pasaba entonces por hacerla en la jornada de ayer, viernes, y que fuera por tanto el acto de la semana del Corpus aparejado a este día. Una vez planificado el traslado en el viernes la siguiente piedra -que casi da al traste con el traslado- fue la servidumbre de paso del Trambahía por la calle Real. Las opciones de negociación -con el Ayuntamiento de San Fernando por medio en la persona de María José Foncubierta- fueron nulas y finalmente el traslado tuvo que desarrollarse sin coger por ningún tramo de la calle Real.
Estos condicionantes hicieron que a las 20:45 horas se abrieran las puertas del templo carmelitano y comenzara a discurrir el cortejo que antecedía a la Patrona. Representaciones de la Hermandad del Santo Entierro, de los distintos estamentos carmelitanos y además de la Parroquia de San Servando y San Germán -con su párroco y el Hermano Mayor de Humildad y Paciencia- comenzaban a discurrir encaminándose a la Alameda del Carmen en el primero de los dos cortes que realizarían por la calle Real.
La Patrona en su paso, perfectamente exornado, cruzaba el dintel con los primeros sones de la Banda de Música de Agripino Lozano. La formación musical isleña volvió a estar a gran nivel con un repertorio en el que muy poco a poco van cayéndose algunas marchas eucarísticas en favor de otras de corte alegre, algo que se agradece aunque sea poco a poco.
José González García capitaneaba una numerosa cuadrilla de cargadores que realizó en dos horas el esfuerzo de llevar a la Patrona desde su templo hasta la Iglesia Mayor en un recorrido en el que se aumentaba en bastantes metros -añadiendo giros- del habitual itinerario por la calle Real. Un gran esfuerzo que se tradujo en un ritmo acelerado en ocasiones, más de lo habitual, y en la necesidad de usar por la banda el recurso de trepás a tambor para llegar a las inmediaciones del barrio de la Iglesia Mayor con el tiempo acordado.
Y es que el cortejo debía llegar minutos antes de las once de la noche a la Iglesia Mayor, y así lo hizo, en un, como decíamos gran esfuerzo de los que lo conformaban. Allí, en el primer templo parroquial, esperaba la Hermandad de San José que había colocado como de costumbre el paso del Patrón encarando la puerta de entrada al templo en la primera parte del pasillo central. Se realizó la bienvenida a cargo del Hermano Mayor de San José, Alejandro Leiva, y la oración por parte del administrador parroquial del templo, el Rvdo. P. Luis P. González, a los que se unieron improvisados vivas patronales.
La Santísima Virgen salió de su casa para comenzar, tras la procesión del Corpus del domingo, su traslado por las parroquias isleñas.
