La noche más larga se vive en La Isla junto a Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores
Aún no son las dos de la mañana en el reloj de la Iglesia Mayor. Aunque el murmullo que rodea al primer templo de la ciudad es constante, en el interior se hace el silencio. Silencio y oración de los cargadores de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores como preparación espiritual de lo que está por venir.
Se arremolinan los hermanos en la nave central entre atributos y cirios. Caras que se reencuentran de año en año, generaciones que convivieron juntas día a día y que ahora solo se ven, por la distancia y el trabajo, en esta noche.
La foto de cuadrilla, las intenciones de las miradas entre los pasos, esa foto de último momento junto al Señor… y unas puertas que se abren. Fue José María Belizón quien tuvo el honor de abrir las puertas del primer templo de la ciudad para que a las dos de la mañana la plateada Cruz de Guía que le marca el camino al Nazareno se abriera paso entre una Plaza de la Iglesia abarrotada.
Salían las secciones del Cristo y al fondo la primera levantá. La primera por los 35 años que cumplía su cuadrilla de hermanos y que estuvo a cargo de José Pérez Arellano "Capi" uno de los insignes cargadores de esta cuadrilla en su historia y que a la voz de ¡Al cielo con el Señor de La Isla! hizo que el Regidor Perpetuo recorriera los primeros metros sobre el mármol de la Iglesia Mayor.
Ya cerca del cancel la segunda levantá estuvo dedicada a Camarón de La Isla en el 25 aniversario de su fallecimiento tocando el llamador su hermana Isabel. Ya asomaba por el dintel el majestuoso paso. Ya desde la Plaza de la Iglesia se adivinaba la silueta. Aumentaba el murmullo que rompía en ovación cuando la agrupación "Lágrimas de Dolores" apuntaba las primeras notas del himno en lo que era su primera madrugá como agrupación propia de la hermandad nazarena.
Los siguientes minutos desde esas notas es una apoteosis de tanta espera. Y es que un año entero llevaba esperando La Isla reencontrarse con Jesús Nazareno. Sonaba su marcha adaptada a agrupación "Jesús Nazareno" que es algo más que un himno en esta hermandad y en esta noche. Primeras lágrimas. El Señor se reencuentra con La Isla. Aplausos en los fuertes de las marchas. Quietos y mecíos. Vuelta a la rampa y de nuevo encara a la plaza. Y así hasta que se manda la "cabeza a la izquierda" y el imponente paso enfila Real hacia Carrera Oficial dejando con ganas de más.
En el interior ya ha sonado el primer toque de campana. Esta vez recuerdo de quien ya no está. El palio se levanta sin brusquedades pero al instante alguien anuncia la peor de las noticias: se ha roto un varal. Caras de circunstancias. Fondo a la primera. Nadie podía creer lo que estaba pasando con casi todo el cortejo ya en la calle. Con rapidez se coloca una escalera y se intenta arreglar el destrozo. Parece que existe una solución pero no se sabe si aguantará. Opciones todas las posibles pero nadie piensa que la Virgen de los Dolores pueda quedarse en el templo.
Unos minutos que se convierten en casi media hora de espera y que finalmente dejan al paso enfilado para su salida. Las levantás deberán ser a partir de ahora a pulso aliviado y el mecío mínimo. La cuadrilla toma las instrucciones al pie de la letra tras las caras que incluso con alguna lágrima habían visto minutos antes como podría truncarse la madrugá.
Sale el palio y la Banda de Música de la hermandad toca las primeras marchas. No es como siempre. El tiempo en la tarima se acorta ya que se ha perdido bastante tiempo pero aún así la Virgen de los Dolores luce como nunca. El mecío es casi imperceptible. «Nunca ha ido tan bien cargada la Virgen» se escucha en cada esquina de un nuevo itinerario que lleva a la cofradía por las calles de su barrio.
En Jorge Juan marchas y saetas se dan la mano por vez primera en la noche. El Señor se levanta y el andar de su cuadrilla hace que pareciera como si anduviera por entre las cabezas del público que se orilla en las aceras. El paso de palio con la candelería totalmente encendida es un lujo para los sentidos. Petalada al final de Jorge Juan para enfilar Almirante Cervera y volver por Real hacia La Herrán para desde aquí subir al itinerario tradicional que por San Rafael desemboca en Ancha.
Y en Ancha -aunque con el retraso horario que se llevaba acumulado- volvió a amanecer cuando Jesús Nazareno llegaba al final de la calle. Las dedicatorias de las levantás. Las marchas que no cesan. El público a los lados, delante y detrás del paso. La Isla entera junto al Regidor Perpetuo. Y junto a la Virgen de los Dolores. Acumulado cansancio en las levantás pero un andar fino y reposado.
Y desde Ancha hasta Real para en la principal arteria de la ciudad ir sumando voluntades junto a Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores que confluyen en un encuentro a pocos metros de la Iglesia Mayor con una recogida multitudinaria.
Entra la Virgen de los Dolores mientras las lágrimas siguen brotando de los ojos de sus músicos. El Señor de La Isla se levanta por todo el pueblo isleño. Últimas marchas antes de cerrarse las puertas.
Un año más la noche más larga ha concluido. Son las once de la mañana y entre los cafés que ya se sirven desde hace algunas horas se saborea el poso de una noche cuajada de momentos. Aquella noche que un varal encogió los corazones nazarenos para más tarde devolverlo en el mimo acompasado de unas bambalinas. Aquella madrugada, como siempre, vivida junto a Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores. (ISLAPASIÓN).