El Obispo recibió el juramento de los nuevos canónigos para el Cabildo de la Catedral
D. Rafael Zornoza Boy, nombró el pasado 22 de junio a seis nuevos canónigos que este domingo 20 de julio con el juramento pertinente pasaron a formar parte del Cabildo de la Santa y Apostólica Catedral de Cádiz.
Los sacerdotes que recibieron las nuevas atribuciones “pro tempore muneris” (durante el tiempo en que ejerzan los cargos que ahora sustentan) son: Ilmo. Sr. D. Fernando Campos Rosa, Vicario General de la Diócesis; Ilmo. Sr. D. Lázaro Albar Marín, Vicario Episcopal de la Zona Pastoral de la Bahía de Cádiz y la Janda; Ilmo. Sr. D. Ricardo Jiménez Merlo, Rector del Seminario Diocesano; Muy Ilustre Sr. D. David Gutiérrez Domínguez, Delegado Episcopal para el Patrimonio Histórico-Artístico; Muy Ilustre Sr. D. José Antonio Medina Pellegrini, Formador del Seminario Diocesano; y Muy Ilustre Sr. D. Andrés Jorge Muñoz Luque, Formador del Seminario Diocesano.
La toma de posesión se produjo en la Santa Iglesia Catedral a las 12.00 horas en una misa oficiada por D. Rafael, que instó a los nuevos canónigos concelebrantes a ejercer su servicio a través de una liturgia referencial para toda la comunidad cristiana, así como en el diálogo fe – cultura que se puede establecer a través del arte, la acogida a los visitantes, y en cuantas propuestas docentes se profundice en el misterio de la salvación.
La ceremonia, simplificada desde la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, consistió en la profesión de fe y el juramento de fidelidad que recitaron los nuevos canónigos. Como signo de la toma del cargo, los presbíteros canónigos, presididos por el Sr. Obispo y acompañados por el resto del Cabildo, se sentaron en el coro catedralicio, formalizando así su paso a formar parte del Cabildo de la Catedral.
En su rica y provechosa homilía, el Obispo de Cádiz y Ceuta, expresó en referencia a los nuevos canónigos: “Quisiera que, con la renovación de la Santa Iglesia Apostólica Catedral se iniciase aquí un esfuerzo nuevo evangelizador que sepa privilegiar en primer lugar lo esencial y más necesario, es decir, la belleza del amor de Dios que nos habla en Cristo muerto y resucitado. Debemos intentarlo aquí, que es la sede episcopal. ¿Cómo? En su liturgia atractiva y conmovedora, en su acompañamiento al visitante, en sus propuestas acogedoras capaces de dialogar con la cultura y mostrar nuestra fe. Esta es la casa de Dios y la pastoral que muestra a Jesucristo no puede ser distante ni ajena al encuentro con los hermanos”.
Don Rafael, en varios párrafos de su homilía, citó el ejemplo y las enseñanzas del actual Pontífice: “Dice el papa Francisco que la Iglesia no debe atarse a costumbres, dignidades, honores, etc. con un clericalismo auto-referencial, que sigue siendo el mayor obstáculo para la misión de la iglesia, como si el obispo fuese un príncipe y sus colaboradores cortesanos, sino estar atento al encuentro de la gente con el Señor y proyectando el anuncio y la relación con él. Vosotros, presbíteros canónigos, como colaboradores estrechos del obispo en la pastoral de la Catedral debéis ser ministros capaces de projimidad y de encuentro, capaces de enardecer el corazón de la gente, de caminar con ellos, de entrar en diálogo con sus ilusiones y sus temores. Y, sobre todo, de mostrar la verdad, la belleza de Dios y de su pueblo, el gozo de creer”.
Agradeciendo la labor de los canónigos actuales y encomendando a la oración a los nuevos, el Obispo por último afirmó: “Esta Catedral es un signo patente del árbol frondoso de la Iglesia que nació de una pequeña semilla, como la mostaza, pero que hoy no puede dejarse engañar por su volumen arquitectónico, sino reconocer la extensión del campo en el que Dios quiere sembrar y seguir desde aquí predicando la Palabra de Dios, y mostrando la fuente de la gracia que brota del Corazón de Cristo para que los hombres sean grandes con Dios. La Iglesia sigue siendo hoy cobijo y hogar, donde anidan los pobres y necesitados, los que buscan a Dios. Esforcémonos para que todos lo encuentren haciendo nuestra la paciencia divina, y que la adoración y la belleza de la liturgia y de la comunión, unida a la caridad, estimule la fe, avive la esperanza y la fraternidad en toda nuestra diócesis”. (OBISPADO CÁDIZ Y CEUTA).