Una oleada cofradiera verdiblanca enamora a La Isla un nuevo Martes Santo
Decir Huerto en La Isla es decir hermandad de barrio con infinidad de detalles. Desde la cruz de guía hasta el palio. Tantos detalles como hermanos saca esta cofradía que ayer puso en la calle a más de 650 hermanos. El cortejo más grande de la ciudad y en cambio no el que tarda más en pasar por un punto. Eso también es de valorar.
Y es que desde que se abren las puertas de la Pastora hasta que vuelven a cerrarse es un autentico placer verla procesionar. Ritmo correcto, la hermandad es un bloque sin cortes, y la devoción se palpa también por momentos.
Los pasos salen con pasos cortos pero sin estridencias. Tanto la Fuensanta en el Señor como la de Fernando Guerrero en el palio tienen un nivel más que aceptable. Pero el sentido de todo esto lo ponen esas filas en verde y blanco que anteceden a cada paso. El jardín de infancia de las cofradías es más que nunca el Huerto, y en especial los pequeños penitentes y esa legión de monaguillos. Y también hermanos con más años, que en eso también reside el éxito.
Los encajes con Caridad perfectos. Tanto en la salida de Carrera Oficial como la entrada de Caridad en esta parte del itinerario. Todo sobre lo marcado y una vez pasada la Carrera Oficial el Huerto busca el barrio de anochecida. La calle Ancha con algo menos público que de costumbre acogió a la hermandad con un frío que distaba mucho de las primeras horas de la tarde. El paso de palio con la candelería totalmente apagada, quizás lo único negativo en esta jornada.
Las últimas calles del recorrido arropan al cortejo ante la noche desapacible que desemboca en la plaza de la Pastora con el encuentro de los dos pasos. Sí, un año más, el encuentro. Ese punto y final con sabor agridulce. Un nuevo Martes Santo junto al Señor de la Oración en el Huerto y la Virgen de Gracia y Esperanza Coronada que conquistaron el corazón de La Isla junto a una oleada cofradiera en verde y blanco. (ISLAPASIÓN).