Un maravilloso fin de ciclo el que vivió el pasado fin de semana la hermandad mercedaria de las Siete Palabras de Cádiz, que después de un amplio programa por el 75 aniversario fundacional, se despide con un gran sabor de boca. Este sábado se demostró que desde la humildad y la sencillez, con esfuerzo y cariño, se pueden hacer grandes cosas para honrar a unos titulares y a la historia de toda una hermandad.
Sin duda, fueron muchos los detalles que envolvieron al día de ayer, que llevaron desde la Merced hasta el barrio que vio nacer a esta entrañable cofradía, envuelto en un abundante gentío que la acompañó hasta la recogida.
Muchas son las anotaciones positivas. En primer lugar la banda, Amor de Cristo de San Juan de Aznalfarache, que se estrenó para quedarse más Viernes Santos, dejando muy buenas sensaciones. Un magnífico repertorio el escogido por la cofradía, que junto a la cuadrilla, hicieron del itinerario una maravillosa exposición de marchas clásicas.
En boca de todos estaba la nueva disposición que se eligió para la ocasión, asemejándose a la iconografía del primitivo misterio de la Santa Cueva, que sin duda, debería mantenerse para todos los Viernes Santos, junto al romano que esta vez no procesionó.
Digno es de mención el andar de la cuadrilla, no solo por la forma tan elegante con la que llevó el misterio, sino por el buen ritmo que marcó, andando de frente, sin grandes pausas tras dar fondo, nada de pasitos para atrás en innecesarias ocasiones, llegando a la recogida muy dignamente y a la hora estimada, que tomen nota otras muchas cuadrillas y cofradías. A veces, para el buen hacer, solo hay que tener clara las cosas…
Hubo un detalle de no gran relevancia pero que sirvió de guiño a la historia que con tanto mimo están cuidando desde la Merced. El Hermano Mayor de la corporación mercedaria, Manuel González, portó una de las varas antiguas de la cofradía que pudimos ver en la exposición que organizó fechas antes. Bien por esos pequeños detalles.
Como nota “negativa” del día, decir que el paso, casi en inicio de talla, deslucía un poco la procesión, quizás se podría haber solicitado un paso a otra hermandad como hemos visto en otras ocasiones, aunque sabemos que a pocos les gusta prestar algo tan preciado como es un paso.
Un gran detalle que resultó inexistente en la procesión fue la colocaciones de reposteros, banderines y demás colgaduras, no se si será culpa de la hermandad o de los vecinos, lo que está claro es que si llega a ser otra hermandad del barrio la historia habría sido distinta, ahí dejo eso.
Por cierto, ¿tan le cuesta al ayuntamiento engalanar el balcón para días así? En otras ciudades no hace falta ni preguntarlo, ahora para carnaval ¡qué no falta de ná!
Noche para recordar y enmarcar el buen hacer de los cofrades de las Siete Palabras, que desde la humildad que les caracteriza, supieron demostrar la personalidad de esta hermandad y de la gran historia que lleva por bandera.
Una alegría ver a José Luis Pájaro en el cortejo, dando la levantá en la puerta de San Juan de Dios, desde donde sacó durante muchos años el misterio con el entonces segundo Cristo de las Siete Palabras. Magnífico detalle. (ISLAPASIÓN).