Marchena conmemoró el IV centenario del Voto Concepcionista con una Magna
Despuntaba el sol con fuerza en la mañana del domingo 18 de septiembre como si quisiera anticipar lo que iba a ser la Magna Mariana de Marchena: una jornada deslumbrante e inolvidable, llena del calor y la luz que las portentosas vírgenes de la localidad infundieron en los cofrades que se acercaron a Marchena para celebrar el cuarto centenario del juramento del Voto Concepcionista. Una procesión de casi nueve horas que ponen el colofón a estas celebraciones y que, como dijo José Tomás Montes, párroco de San Juan, mostraron «el gran amor que tiene Marchena por María Santísima».
Ya desde bien temprano, Marchena recibía un constante goteo de personas que se dirigían de templo en templo para ver a las protagonistas de tan importante día, mientras que el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, oficiaba el Solemne Pontifical a las once de la mañana en la parroquia matriz de San Juan. Allí tendrían que ir más tarde las vírgenes para renovar el Voto, y para presenciarlo, la plaza Cardenal Spínola se llenó de sillas que esperaban a las grandes protagonistas del día.
Y la primera en salir fue la Virgen de la Merced, que a eso de las cuatro y media de la tarde fue recibida por una gran multitud que desafió al agobiante calor. Esto propició que las primeras en llegar a la plaza (la Merced, la Virgen del Pilar, el Simpecado del Rocío y el estandarte de San Isidro) se encontrasen con poca gente ocupando las sillas. Quien sí estuvo para todas fue la imagen de la Inmaculada Concepción de la parroquia de San Juan, que presidía el altar montado en la puerta de la iglesia. Una a una, las hermandades fueron llegando para renovar el juramento de la defensa del Voto Concepcionista por medio de los hermanos mayores y representantes de cada una de las corporaciones.
Tardaría algunas horas en ocuparse todas las sillas (se habían desplegado 700, con cuya recaudación se financiará la obra social de la asociación Adismar de la localidad), por lo que el acto de renovación parecía algo íntimo, casi como unos cultos de hermandad al aire libre. Porque el punto neurálgico de la Magna Mariana estaba teniendo lugar en la esquina de la calle San Francisco con la calle San Sebastián y, más tarde, en la segunda carrera oficial, ya abierta al público.
Una inmensa marea de gente fue testigo del andar de todos los palios, que pasaban por allí en intervalos de entre diez y quince minutos. Así, las campanas de la iglesia de la Vera-Cruz no paraban de repicar cada vez que llegaba uno de los palios que precedía a la virgen de Nuestra Señora de la Esperanza Coronada a saludar. Una tras otra, las vírgenes de la Merced, de laPalma, de los Dolores y de la Piedad protagonizaron ese momento emotivo entrando en la parroquia, provocando los aplausos de la multitud.
Transcurría la Magna Mariana de Marchena con una fluidez importante. Se esperaba la llegada de la Merced a la plaza del Cardenal Spínola a las siete de la tarde y con religiosa puntualidad se presentó para el acto. No fue una excepción, ya que todos los pasos salían de sus templos a la hora exacta, llegaban a los puntos clave del recorrido incluso con algunos minutos de ventaja, lo que ayudaba mucho a que los visitantes de fuera pudiesen contemplar la mayoría de los grandes momentos sin tener que obviar otros.
Y lo que pudieron ver fue a las hermosas vírgenes de la localidad con andares finos y con cada compás de las marchas. Porque, claro, también estaba presente la música de una gran multitud de bandas entre las que se encontraban la banda de música Maestro Tejera o la de las Nieves de Olivares, cruzando marchas en cada calle.
Poco a poco comenzaba el día a llegar a las horas más populares de la procesión, con la salida de las imágenes por las calles del casco histórico de Marchena. En ese hermoso marco se producía el encuentro de la fe con sus fieles.
El sol se había ocultado y la noche enriqueció la escena general, dando más lustre a las llegadas de la Virgen de la Piedad, de la Esperanza Coronada, las Lágrimas, las Angustias y la Soledad.
Con esta concluyó la inolvidable jornada con la que Marchena celebró el IV Centenario del Voto Concepcionista, a la altura de las circunstancias. (ABC).