Semana Santa Sevilla y provincia

Los Titulares de la Esperanza de Trianan regresaron ayer a la Capilla de los Marineros

Minutos antes de las siete y media de la tarde se abrieron las puertas de la parroquia de Santa Ana. En la calle Vázquez de Leca no existía hueco posible para albergar más público que pudiera ver la salida de dos de las dos grandes devociones del barrio de Triana. La intensa lluvia del fin de semana impidió que este traslado de vuelta se produjera en la mañana del domingo, la alerta amarilla anunciada obligó a la hermandad a reunirse el pasado viernes para retrasar este regreso que finalmente se produjo en la pasada noche. Ayer lunes, la Cuaresma llegó por adelantado de la forma más hermosa.

La Esperanza de Triana cerró los actos del cuarto centenario de la fusión de las hermandades de las Tres Caídas y la Esperanza con un traslado de vuelta por las calles del corazón del viejo arrabal. Los titulares de la corporación de la Madrugada clausuraban así una semana de cultos extraordinarios en una parroquia que celebra ahora el 750 aniversario de su fundación.

El silencio respetuoso de la salida se reprodujo en esta vuelta por un bello recorrido que dejó estampas imborrables en este noviembre con sabor a Marzo. Menos de dos horas de recorrido, el horario laborable y el frío de la noche no impidieron la presencia de miles de devotos que abarrotaron las calles del corazón de Triana.

Primero fue la cruz parroquial la que abrió el camino. A diferencia de la ida, más de 250 cirios acompañaron a los titulares en este traslado a su templo. A la salida por Vázquez de Leca le siguieron las calles Pelay Correa, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Rodrigo de Triana, Fabié y Pureza para entrar a las 21:30 horas. Un itinerario acortado que evitaba la calle San Jacinto y el Altozano para que la medida y la elegancia fueran protagonistas de un broche de oro histórico a este aniversario.

La emoción se transformó en respeto al paso de las imágenes. Las petaladas a la Virgen se sucedieron en la salida o al entrar en Pureza, momentos donde el silencio de la noche rompía en aplausos a una Esperanza que lucía más hermosa que nunca. El trabajo de su vestidor, Javier Hernández Lucas, no deja de recuperar y potenciar a la mejor dolorosa que ideara Morillo, a la esencia de una devoción que se unía al fervor por un nazareno que se presentaba de la misma manera que en su traslado de ida: una estampa de principios de siglo con la túnica de Rodríguez Ojeda que recuperaran Santa Bárbara y Javier Sánchez de los Reyes, las potencias de plata y la cruz con apliques que portara antaño cada Madrugada.

No se necesitaba acompañamiento musical. Triana supo rezar en silencio en un traslado otoñal que quedará para los anales de la historia de la cofradía del viejo arrabal. Todo hermano que quiso pudo portar a sus devociones. El barrio sabía de la importancia del acontecimiento decorando balcones y arropando al Cristo de las Tres Caídas y a su madre de la Esperanza. Cuatro siglos navegando juntos que culminaron de la forma más hermosa posible. El gen morado y verde se afianza indisoluble en una hermandad que ha cobrado vida al morir noviembre.