Semana Santa en Cádiz

Los ángeles lampareros vuelven a lucir en el Altar Mayor de la Catedral de Cádiz

Tras año y medio de arduas labores de trabajo en las que las esculturas se han sometido a procesos de consolidación y de limpieza, en la mañana de hoy, 19 de octubre, se ha presentado el resultado de la finalización de los trabajos de restauración de los Ángeles Lampareros, que han recuperado su ubicación en los laterales del altar mayor de la Catedral de Cádiz.

El deán de la Catedral, Ricardo Jiménez, ha asegurado que ha sido un proceso laborioso, pero del que han quedado muy satisfechos del resultado final. “La finalidad del Cabildo, al restaurar el patrimonio que tiene encomendado, es que siga cumpliendo la labor para la que fue confeccionado, dar gloria a Dios a través del culto sagrado. Por ello, tenemos la responsabilidad de mantenerlo de la manera más digna. El Cabildo, a pesar de estos duros momentos, sigue invirtiendo en el mantenimiento del patrimonio para que sea cada vez más conocido y más apreciado”.

Por su parte, el ecónomo del Cabildo Catedral, Balbino Reguera, ha repasado las últimas actuaciones que viene realizando el Cabildo en materia de patrimonio, a la vez que ha reconocido que, debido a la situación económica, no se va a poder seguir al mismo ritmo que hasta ahora. “En estos momentos podemos terminar todos los trabajos de restauración que están comprometidos pero, una vez finalicen, tenemos que valorar hasta dónde podemos llegar, debido a la situación económica en la que nos encontramos. Desde que se reabrió la Catedral, tras el estado de alarma, las visitas turísticas han descendido casi un 80%. Desde el 7 de agosto hasta el 18 de octubre han visitado la Catedral 20.550 personas, siendo en el mismo periodo del año anterior un total de 89.428”.

En cuanto a los trabajos de restauración, Fabián Pérez, de Ars Nova Restauraciones SL, ha destacado los importantes trabajos de eliminación de las numerosas capas de gruesos repintes que presentaban, y que los mostraban en blanco queriéndolos hacer parecer marmóreos cuando originalmente estaban policromados. “En los trabajos de restauración hemos logrado extraer esta policromía original subyacente, siendo, ahora, las que lucen sendas esculturas”.

“Se tratan de esculturas barrocas del siglo XVIII de las cuales desconocemos su autoría y procedencia, aunque muchas de las obras de arte que ornamentan la Catedral Nueva de Cádiz proceden de la Catedral Vieja, actual iglesia de la Santa Cruz, siendo trasladadas cuando en 1838 se bendice el nuevo templo catedralicio. Otras tantas fueron traídas desde conventos desamortizados a lo largo del siglo XIX, de modo que encontraron nuevo emplazamiento en esta catedral”.

En el estado de conservación en el que se encontraban las esculturas, al iniciarse los trabajos de restauración, impedían identificar muchos de sus rasgos de estilo, incluso técnicos, que ayudaran a buscar afinidades y similitudes con otras obras y autores. Al respecto, han sido puestas como hipótesis que se trataran de dos de los Ángeles Lampareros que Domenico Giscardi realizara para los retablos del Torreón de la Parroquia de Santa Cruz mediando el siglo XVIII, del que se dicen eran de yeso policromado. Las esculturas parecían realizadas en yeso antes de iniciar la restauración, dado el embotamiento de cales que presentaban, sin embargo, tras los trabajos, no parecen ser de dicho autor, el cual ciertamente tiene una producción destacada tanto en Cádiz como en la misma Iglesia de Santa Cruz (como la Inmaculada del retablo mayor, procedente precisamente de uno de estos retablos del Torreón, o el Cristo Crucificado de su sacristía).

Tras su restauración, sin embargo, los Ángeles Lampareros parecen acercarse, más bien, al estilo plenamente barroco del siglo XVIII de, por ejemplo, un Pedro Duque Cornejo o, tal vez, más probablemente, a la obra de un autor como Hita del Castillo, con una producción tan amplia dentro de la ciudad de Cádiz. Las similitudes con obras de este autor son amplias, incluso podrían ser puestas en relación con esculturas como la Virgen de los Ángeles de la Iglesia del Rosario, siendo necesario atender también a un estudio de su policromía para ponerlo en una más exacta relación con otras obras y autores.

De otro lado, las gruesas capas de repintes blancos, dispuestos en sucesivas capas, unas sobre otras, no sólo ocultaban sus detalles cromáticos, de policromía y otros aspectos técnicos, como sus ojos de cristal o encarnaduras al pulimento, sino que impedía observar con detalle el modelado de su talla, intensamente embotado por los citados repintes.

Las alteraciones más destacadas de su estado de conservación hacían referencia, precisamente, a los repintes que pretendieron ocultar uno de sus rasgos más netamente barroco como es su exuberante policromía de rocalla, con ramilletes de flores y destacados elementos dorados y con corlas de color carmín y verde. El gusto neoclásico, que abominaba de los excesos decorativos del barroco, de modo singular, del barroco del siglo XVIII, ocultó todos esos elementos bajo unas capas de color que le confirieron a las esculturas el aspecto pétreo que mostraban al iniciarse los trabajos de restauración. Al respecto, solo reseñar que de las numerosas capas de repintes identificados (se han podido observar visualmente la superposición de cuatro repintes sobre la policromía original subyacente), sólo el primero de dichos repintes respetó cierto carácter cromático de la escultura, pues redujo la policromía a planos lisos de color dentro de una paleta cromática apastelada (suaves verdes, amarillos blanquecinos, pálidos grises y rosas). Este repinte plano es característico del neoclasicismo, pero la gama de color apastelada es aún heredera de una tradición tardobarroca característica del rococó, por lo que se puede imaginar que este primer repinte se produjo en los primeros años de la segunda mitad del siglo XVIII, pues el verdadero impulso neoclásico de finales del siglo, hubiera evitado, también, dichos colores apastelados.

Este primer repinte, por lo tanto, no debió producirse en su actual ubicación de la catedral, pues ésta estaría aún en proceso de construcción. Sí que es probable, que los posteriores repintes tendentes a reducir su aspecto al blanco marmóreo, sí fueran aplicados para integrarlos en el aspecto general de la Catedral Nueva inaugurada en 1838, donde predomina el color blanco de sus columnas marmóreas y de sus cornisas y bóvedas calizas. Además, cuando se bendice la catedral de Cádiz, el gusto artístico ya estaba plenamente imbuido de la estética neoclásica que valoraba el aspecto pétreo como un rasgo noble en la obra artística, frente al realismo barroco de la madera policromada; todo ello, parece explicar precisamente este cambio de aspecto en sendos ángeles.

Sin embargo, a pesar de dichos gruesos repintes, se adivinaba bajo ellos, la presencia de relieves decorativos de estilo barroco, lo cual determinó la realización de unas pruebas preliminares, realizadas en marzo de 2017, para observar mediante unas catas, la presencia de dichas policromías subyacentes, se pudo constatar en un alto grado.

Otras alteraciones observadas y destacables han sido las referentes a problemas de deterioro material de la madera por ataque de hongos, lo cual ha necesitado de importantes trabajos de consolidación y de injertos de madera para devolver consistencia estructural a las esculturas. Presentaban, igualmente, fisuras y movilidad en algunos de sus elementos ensamblados, como brazos y piernas, entre otras partes, y que han requerido su desmontaje y consolidación eliminando clavos de hierro internos que habían perdido su capacidad de armado estructural en las esculturas. Los trabajos de limpieza de las policromías subyacentes y de reconstrucción para su puesta en valor, han sido, igualmente, trabajos muy destacados realizados durante la restauración.