Con distinción, en absoluta armonía con el estilo de la Hermandad de la Mortaja, sin estridencias que fueran más allá del buen gusto y sentido a la hora de echarse a la calle, Nuestra Señora de los Ángeles salió el pasado sábado en procesión por primera vez y para conmemorar los ocho siglos que se cumplen de la Porciúncula de San Francisco, una pequeña capilla en la que nació la Orden fundada por san Francisco de Asís.
Capuchinos y hermandad se dieron la mano para esta iniciativa, eso sí, midiendo al máximo las formas para que no desentonaran con lo que es esta cofradía de negros y silencios en el Sábado de Pasión. La elección del paso del Señor del Amparo fue acertada. Le iba a la imagen como anillo al dedo, junto a la elegante composición del mismo con candelería frente a la Virgen, prestada por La Oración en el Huerto, manteniendo los candelabros propios del paso y sobre una peana de carrete de la iglesia de las Viñas. Capítulo aparte merece cómo la vistió Fernando Calderón: saya propiedad de La Mortaja, manto de la hermandad de Sevilla del Rosario de San Julián, tocado de encaje de Bruselas, fajín de un militar francés del XVIII y toca de sobremanto de tul de oro bordado en hojilla del XVIII. Y como complemento final el discreto pero elocuente arreglo floral con rosas de Quito blancas y minicalas rojas, colores blancos y rojos que se corresponden con el milagro del rosal que vive, pese a los siglos, en la Porciúncula de san Francisco.
El paso, al mando de Martín Gómez, contó con la música de la banda municipal de Rota que desplegó con calidad un repertorio clásico. De salida sonó Virgen del Valle, Virgen de la O y Divina Pastora, las dos últimas honor a las advocaciones de la casa capuchina. No fue una procesión al uso de ida y vuelta. En la Catedral hubo un recital lírico-religioso, tras el cual se programó el regreso.
Esta segunda cita extraordinaria en lo que llevamos de septiembre, volvió se un claro ejemplo del tirón que tiene lo cofrade. La Hermandad de la Mortaja nos regaló una preciosa tarde, con buena temperatura -el sábado se pusieron en valores normales para este tiempo-, y con muy buen ambiente en las calles. El cortejo fue muy justo en número. Tampoco es una hermandad de grandes cifras en sus filas, pero quedó manifiestamente claro que la Hermandad de la Mortaja, no desaprovechó la oportunidad de diseñar una procesión muy entonada en sí misma, que fue buena muestra de gusto y saber cofradiero.
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