La tarde de ayer, 1 de mayo, se anunciaba en lo meteorológico como espléndida. Dentro de la jornada festiva de San José Obrero y tras la celebración de la Función en el mediodía los hermanos de San José volvían a la Iglesia Mayor para configurar una nueva procesión por las calles de la ciudad.
Pasadas las seis de la tarde ya eran algunos los hermanos cargadores que se arremolinaban en la Santa Cueva del primer templo de la ciudad para comenzar su preparación para la primera tarde de Gloria en la ciudad. Dentro del templo las distintas representaciones se organizaban en la nave central con el paso de San José presidiendo el templo.
A las siete de la tarde el pregonero de las Glorias y flamante hermano josefino, Manuel Ángel «Mane» Cano, abría las puertas de la Iglesia Mayor para que el cortejo de la Hermandad de San José comenzara su transitar por el itinerario previsto. El paso de San José se levantaba en el mármol de la Iglesia Mayor para recorrer los primeros metros mientras sonaba el órgano de este templo.
Ya antes de cruzar el dintel fue el primer teniente de alcaldesa Francisco Romero -por incomparecencia de la alcaldesa Patricia Cavada- quien dio la primera levantá al cielo del Patrón de San Fernando y que sirvió para rendir un sencillo homenaje a el doble aniversario: el del 250 aniversario de la villa, del ayuntamiento y del patronazgo de San José sobre todos los isleños.
El paso salía bajo las órdenes del capataz Carlos Peña y recorría la calle Real en un itinerario distinto al de años anteriores y que dejaba sin pasar por la calle Las Cortes y el interior de la Plaza del Rey debido a las vallas de obras del ayuntamiento isleño.
Menos público del habitual en los primeros momentos de la procesión en la calle que fue incrementando conforme pasaban las horas. El cortejo volvió por Isaac Peral hacia General Valdés en lo que fue la incorporación de nuevo a su tradicional itinerario del 1 de mayo.
Por General Valdés los josefinos buscaron de nuevo la confluencia con la calle Real para visitar la capilla del colegio de La Salle en la que otro año más la Hermandad de Cristo Rey estuvo esperando este saludo entre ambas corporaciones.
En este momento el cortejo ya asumía un ritmo algo mayor para volver a encontrarse con la calle y plaza que llevan su nombre. Desde que el paso giró de Real para la calle San José comenzaron las petaladas que se mezclaban con las marchas más alegres del repertorio que en esta jornada volvió a interpretar la Banda de Música de la Asociación Filarmónica Cultural «Santa María de las Nieves» de la sevillana localidad de Olivares.
Pero fue más intensa -la petalada- cuando el paso llegó a la mitad de la calle San José en un éxtasis de devoción josefina que estallaba en los momentos más álgidos de la marcha con los movimientos más característicos de su cuadrilla de hermanos cargadores.
No quedaría aquí este momento de júbilo desbordado sino que continuaría cuando con la interpretación de «Mi Amargura» el paso de San José encaraba a los ancianos de la residencia del Patronato que como cada año esperaban en la plaza de San José.
Estos momentos de alegría desbordada se contraponían al riguroso silencio de oración y meditación que momentos antes los representantes de las distintas hermandades y corporaciones presentes en el cortejo tenían dentro de la capilla de los Desamparados con la Estación Menor junto al Santísimo.
Es tras este momento -el saludo a la hermandad hermana de Desamparados- cuando el cortejo se adentra en su barrio y los tiempos se calman. El paso por la calle San Cristóbal -de nuevo muy engalanada para la ocasión por los vecinos- presagiaba instantes que se repetirían posteriormente en las calles del barrio de la Iglesia Mayor.
Pero sin duda el momento más esperado del regreso a su templo llega con la calle Jorge Juan en la que todo se magnifica desde que el paso gira para hacer su entrada. Pancartas que anuncian el reinado de San José sobre su barrio, marchas que acompañan a los acompasados mecíos y la tradicional poesía de Santiago Muñoz en mitad de la calle. Aunque este año hubo un elemento más quizás no esperado: una saeta. Una saeta que adaptaba la tradicional letra para ajustarse a un canto a San José en lo que fue un recuerdo a momentos de la pasada Semana Santa por esas mismas calles.
Antes de abandonar Jorge Juan el paso se giró hacia la casa de un hermano en un detalle de cortesía también con muchos de los vecinos de esta calle por la que cada año pasa San José en su salida del primero de mayo.
Ya cuando pasaban las diez y media de la noche y el cortejo subía la calle San Vicente se comenzaba a vislumbrar el final de la jornada. El paso por el callejón Capataz Nicolás Carrillo a los sones de la marcha «Margot» ponían uno de los últimos momentos de esta noche de la primera hermandad de gloria en las calles de La Isla.
La recogida volvió a congregar a bastante público en las inmediaciones de la Iglesia Mayor que veía como a los sones de las marchas dedicadas al Patrón de la ciudad finalizaba otra jornada de 1 de mayo en la que no faltaron cada uno de los elementos que la hacen distinta en nuestra ciudad en la que nuevamente, San José, volvió a reunir a los cofrades isleños en esta apertura oficial del periodo de Glorias. (ISLAPASIÓN).