Cristo Rey presidió el Vía-Crucis de las hermandades y cofradías de Jerez
Hora taurina y tarde que sella el recuerdo. Para enmarcarla en lo meteorológico. Ni frío ni calor cuando la cruz de guía que tallaran los hermanos Buzón Mejías apareciera por el pasaje del hermano Eleuterio José. El momento del sueño de los cofrades de la Borriquita había llegado por fin. Cristo Rey en su Entrada Triunfal a Jerusalén acudía hasta el primer templo jerezano para presidir el acto piadoso del Vía Crucis, momento que ya forma parte de la geografía sentimental del cofrade lasaliano.
Una larga de fila de hermanos de cirios antecedía al Señor. La alegría de los colegios de los hermanos de las Escuelas Cristianas era la apertura a ese sueño y se desplegaba como un bendito reguero por la zona intramuros de la ciudad. Alrededor de unos cien niños con cirio y la mirada encendida. Más cerca de la cruz de guía que del Señor, los hermanos de la Cena que también acompañaban con su estandarte. Hermanas cofradías de la collación de San Marcos. Y, seguidamente, muchos hermanos de la cofradía. Con cirios, acompañando al Rey de Reyes que iba sobre su pollina gobernando la devoción de un primer lunes de Cuaresma en la ciudad.
Largo recorrido el que escogieron los cofrades del Domingo de Ramos para llegar hasta la sede episcopal. Pero todo está disculpado si tenemos en cuenta que han sido casi cuarenta años de espera. Bien ha merecido la pena a tenor de la majestad que traía el Señor por el estrecho sendero que le conduciría hasta el convento de las hermanas de la Cruz donde Cristo Rey fue girado para que las siervas de Dios le dedicaran una oración cantada en medio del silencio cuaresmal.
Conforme Cristo Rey iba acercándose a la Catedral, muchísimos fieles y cofrades iban dándose cita, hasta el punto de llegar el Señor al pórtico de San Salvador en una imagen que ya se recuerda por el gentío. Sencillo, humilde y cargado de fervor y realeza a mismo tiempo.
Justo diez minutos antes de las veinte horas, con una puntualidad casi británica, sonaba Nuestra Señora de la Estrella del siempre recordado Andrés Muñoz a la entrada del Señor en la Catedral. Magnífica también la interpretación de la coral catedralicia durante todo el acto piadoso dirigido por Ángel Hortas.
Se dio paso al acto propiamente dicho. Presidido por el obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, José Mazuelos Pérez, junto a los canónigos de la Catedral así como el clero diocesano. Las estaciones fueron sucediéndose siendo leídas por el hermano mayor de la cofradía, Juan Miguel García Pérez, por distintos cofrades de la corporación del Domingo de Ramos, Eva Castañeda Pérez, hermana mayor de la cofradía del Perdón, Inmaculada Vadillo Romero, hermana mayor del Soberano Poder, Madre Inmaculada, religiosa de la orden de Santa María del Corazón de Jesús, Antonio Gallardo Monje, pregonero de la Semana Santa de este año, como delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Joaquín Perez Montilla, Dionisio Díaz Fernández como presidente del consejo local de Hermandades y Cofradías, Manuel Jesús Quijano Martínez como director del colegio la Salle Buen Pastor así como el sacerdote Manuel Lozano Jiménez como mayordomo del templo catedralício, entre otros.
Ferviente fue la oración piadosa con una Catedral llena de fieles para el rezo y el recogimiento. El Señor de la cofradía lasaliana fue recorriendo todas las estaciones repartiendo bendiciones hasta llegar al final con la exhortación final del prelado.
La imagen de Cristo Rey se encaminó hasta su capilla en el colegio de San José. Al cierre de esta edición con total normalidad hasta llegar de nuevo a ese lugar en el que tantos cofrades y tantos cristianos han recibido su formación y una forma de vivir conforme a Aquel que, subido en un pollino, se declaró Rey del Universo. Para mayor Gloria de Dios que tanto amó al género humano que envió a su propio Hijo. Cargado de majestad, de sencillez y de humildad hermosamente serena.